El
teléfono no paró de sonar. La noticia fue un disparador
incontenible. La confirmación no era indispensable, podía esperar
para después. No importaba la investigación policial, ni la reserva
pautada por los investigadores que puso resguardo a un complejo caso.
Lo importante era ganar ahora, ya, sin demora. A cualquier precio, no
importa nada, solo tener la primicia. Es el minuto a minuto el que
manda. Solo importa ser el primero, tener la efímera gloria de ser
tendencia aunque más no fuera por unos minutos. No importa si lo que
se dice frustra una investigación, si la primicia cuesta dejar sin
castigo a algún culpable, no importa nada, solo la gloria de ser los
dueños de las redes y esa gloria instantánea que durará menos que
un suspiro. Es el minuto a minuto que vino para terminar de
demostrarnos que mal estamos como sociedad, que mal estamos y cuán
egoístas somos. Lo dicho, maldito rating...
Falso rumor
El
periodista radial solo tuvo una fuente médica, pero le bastó para
dar por cierto lo que terminó siendo falso. No importó que pudiera
estar en peligro la vida de la involucrada, la ilusión de su familia
que espera por su regreso, la línea de investigación que no
descansa y que mantiene cautela y reserva para llegar al mejor
resultado. Un resultado que se frustra con irresponsabilidades como
estas. De quien las genera y de quien las reproduce.
Nadie
chequeó nada. Era un hierro caliente que quemaba por temor a que
otro lo lanzara antes. Tirarse al vacío y sin paracaídas era un
precio que hoy nadie paga, y menos, reembolsa. Nadie se hace cargo
del después. Solo importa ser los primeros, después se verá. La
intención fue buena. Se anunciaba la aparición con vida de una
uruguaya que tiene en vilo al país entero. Pero de buenas
intenciones está empedrado el camino al infierno, y esta no sería
la excepción. La noticia no fue confirmada sino todo lo contrario,
fue desmentida por la propia familia.
Una
familia que debió ilusionarse con el anuncio pero que sabía
inverosímil el mensaje por cuanto no tenían la certeza que
manifestaba el periodista que hacía valer su “fuente
médica”.
La policía uruguaya no tenía noticia alguna, la familia menos.
Ninguna información oficial de las autoridades paraguayas (lugar
donde se decía estaba la víctima) se había hecho llegar a sus
pares uruguayas. El globo empezaba a desinflarse solo...
Periodistas
desconfiados
Un reconocido periodista consultó a la Policía pero no le creyó y se fue hasta el Hospital Británico para confirmar si lo que le decían era
cierto. Hasta ese punto llegaron. Estamos rematadamente mal.
No
son capaces de comprender que cuando se pide reserva en casos
complejos como estos existen razones de peso para hacerlo. En verdad
lo saben pero actúan con tal egoísmo que les gana el minuto a
minuto y allí perdemos todos. Pasaron cinco años desde el secuestro
de Rospide. Cinco años que no dejaron ninguna enseñanza a pesar de
haberse convocado en su momento a todos los medios para llamar a la
responsabilidad al momento de informar. Si bien se puede alegar que
los casos difieren (en uno estaba en riesgo la vida y en otro se
anunciaba la aparición con vida de una persona desaparecida), son
similares por la necesaria reserva que requieren casos complejos como
estos. Aún cuando no se trate de un secuestro (es una de las
hipótesis que se manejan pero no la única), la reserva impuesta
desde las autoridades junto con la familia imponen las reglas de
juego a la prensa. O por lo menos deberían imponer porque en verdad
no se respetó nunca, filtrando cuanta información llegaron a
conocer, poniendo en riesgo la línea de investigación. Pero nadie
se hizo cargo, lo que importa es ser los primeros. Ganar el minuto a
minuto, a cualquier precio.
Y
por si fuera poco pretenden invertir la carga de la prueba. Lanzan
una noticia falsa (Radio Sarandí replicada por Montevideo Portal) y
aspiran a que las autoridades lo desmientan cada vez. No reconocen el
trabajo policial, no respetan los silencios policiales que resguardan
el valor de la vida. El minuto a minuto los está cegando y no
quieren reconocerlo.
La
falsa noticia se disparó en Sarandí con gente amiga, pero que esta
vez se equivocaron feo. Así como se equivocaron debieran reconocerlo
y corregirlo, pero en cambio otros periodistas de esa casa redoblan
la apuesta y esperan el desmentido oficial. ¿Cómo se puede ser tan
soberbio? Con un poco de humildad debieran asumir que se equivocaron,
y reconocerlo con el mismo fervor con que dispararon la noticia
falsa. No les vamos a pedir que reconozcan el riesgo en el que
pusieron -una vez más en este caso- la investigación policial, sólo
que le devuelvan la veracidad a la audiencia que tomó la noticia
como cierta. Y a la familia Salomone que seguramente se ilusionó con
el final de una pesadilla que no pudo ser confirmada sino como falsa.
Maldito
rating... nos está llevando la credibilidad y no nos damos cuenta.
el
hombre apagó la radio,
el
perro se tapó la cabeza con las patas...
Periodistas hay pocos. Muy pocos. Hoy existe una raza de personajes adictos a la exposición pública, fanáticos del exhibicionismo, cegados de soberbia, incultos, demagogos, soñando con ser parte de una farándula. Pobres espíritus que no saben del trabajo ajeno, del conocimiento ajeno, del esfuerzo ajeno.
ResponderEliminarCon total liviandad opinan de todo y no saben de nada.
¿Acaso es sensato pretender que respeten el trabajo de la policía?¿justamente ellos van a respetar?.
No, ellos entendieron mal lo del "cuarto poder". Son mediocres que tienen la desgracia de no saber que lo son.
¡¡¡Brillante El Perro Gil!!!. Soberbia columna, y agregado un muy buen comentario de Anónimo (aunque no me gusta lo de Anónimo).
EliminarMuy cierto pero a muchos jerarcas les encanta poner la trucha en los medios "top", entonces que los padezcan.
ResponderEliminarSuscribo
ResponderEliminarAporto:
https://es.scribd.com/doc/268878941/El-Modelo-CNN
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https://es.scribd.com/doc/268878941/El-Modelo-CNN