El “Conejo” había sido detenido por la Policía de Rocha, así lo consignaban varios medios de prensa, que desde hace días, vienen realizando la cobertura de este crimen que ha empañado el verano de Valizas. La cobertura mediática argentina le ha impuesto un ritmo tal que hace del tema una cuestión de Estado. Es que a los uruguayos nos importa que se sepa la verdad y en honor a esa verdad es que no nos gusta el show. Menos cuando su protagonista es una niña de 15 años a la que se le cortó una vida preciosa por vivir. No nos importa su nacionalidad, no nos importa su clase social, no nos importa otra cosa que no sea saber ¿qué pasó con Lola Chomnalez? Es así que, en honor a la verdad no vamos a permitir que se informe mal. Desde el Ministerio del Interior se ha optado por no interferir con la investigación para que esta pueda llegar a un buen resultado, pero ello no obsta a permitir que se diga cualquier cosa sin fundamento, menos si está en juego el papel de la Policía Nacional. Un medio de prensa divulgó a media mañana del jueves 8 de enero, que el detenido apodado “El Conejo”, había confesado a la Policía su autoría en la muerte de Lola. Sabíamos que eso no era correcto y así lo dejó bien claro el Ministerio del Interior; los hechos terminaron haciendo... honor a la verdad.
Tirando fruta
Todo periodista que lleve la vocación de informar, persigue una primicia. Es la fruta deseada, la más jugosa, la que devuelve tanto esfuerzo y empeño puesto en una profesión que no siempre tiene devoluciones gratas. Más en estos días que se viven las consecuencias de un atentado infame e inexplicable contra la redacción de una revista francesa que tenía lápices y ordenadores como armas para repeler el ataque.
En busca de esa primicia se llenan de frustraciones pero cuando esta llega, la satisfacción es grande y el mejor premio es ver replicada su noticia en todos los medios de prensa. Pero un periodista debe (debería), chequear primero la veracidad de esa “primicia”, para no correr el riesgo que esa preciada fruta se convierta en “fruta podrida”.
Así le pasó este jueves 8 de enero al matutino El País, el que -sin chequear convenientemente la noticia- tituló en su portal que el sospechoso detenido por el caso Lola, “El Conejo”, había confesado la autoría del crimen a la Policía. Semejante afirmación merecía un chequeo previo, una confirmación, o por lo menos una consulta (aunque la misma hubiera sido infructuosa), para dejar abierta la posibilidad de una segunda opción.
Sin embargo no fue así, se lanzaron al agua sin salvavidas y sin saber nadar. Vomitaron una información que debió ser desmentida de inmediato, en honor a la verdad, porque la misma no era cierta.
Pero ¿cómo es posible? ¿un desmentido al diario El País?; prestigioso medio de prensa uruguayo que había sido la fuente de todos los portales argentinos que cubrían el caso y hasta de los medios internacionales que han dado cobertura al mismo. Prestigioso medio de prensa uruguayo que esta vez se equivocó feo, porque no confirmó la veracidad del dato obtenido con la fuente oficial y apeló a creerle a las fuentes alternativas que diariamente le dan fruta (esta vez, “fruta podrida”).
Yo sabía muy bien que era inexacta la información por haber estado en estrecha comunicación con quienes habían sido parte de la detención e interrogatorios en sede policial del detenido. El propio Jefe de Montevideo, Mario Layera, me había manifestado que el detenido mantenía una versión que no lo incriminaba con el caso y así iría a declarar a la Justicia en el correr de esa mañana del jueves 8 de enero.
Confirmado este extremo y ante la difusión de información incorrecta que -además- afectaba a una persona en una investigación policial y judicial en la que comparece como indagado con la presunción de inocencia intacta- era de orden emitir un desmentido y así se hizo. La Unidad de Comunicación del Ministerio del Interior, primero por Twitter y luego en su portal web, informó de la inexactitud informada devolviendo veracidad al caso.
¿Qué podría pensarse hoy si no hubiéramos aclarado el punto? Que la Policía, en busca de un “perejil” como gusta tildar a la prensa porteña, había obtenido la confesión quién sabe usando qué métodos coercitivos. Pero, en honor a la verdad, dijimos que eso no era así: “Ante versiones de prensa difundidas hoy, se informa que el sospechoso detenido por el caso Lola Chomnalez, NO CONFESÓ en sede policial.” (Twitter de la cuenta de UNICOM)
Es importante decirlo para que no quede la más mínima duda: la Policía uruguaya no busca un culpable cualquiera, busca al verdadero culpable. No está buscando un “perejil” como se ha encargado de replicar la prensa porteña y repetido muchas veces, (demasiadas), en las redes sociales. Nuestra Policía Nacional ha dado muestras -y este caso lo confirma- que el objetivo de su trabajo es llegar a la verdad. Una verdad por la que no está dispuesta a dejar pasar ningún punto que pueda poner en duda la profesionalidad de su trabajo y la honorabilidad de sus investigadores. Así funciona la nueva Policía Nacional uruguaya.
Empecé esta columna diciendo que todo periodista anda atrás de una primicia, llegado a este punto me permito cambiar la idea. Todo periodista debiera perseguir la verdad y si esta es una primicia, será un plus adicional, pero primero la verdad, siempre. Solo así será posible decir que se informa bien y se lo hace sin afectar la honorabilidad de ninguna persona.
En este caso, puntualmente, la libertad otorgada por la Jueza de Rocha, confirmó el acierto del desmentido. Pero si así no hubiera sido, igual valía el desmentido pues fue en honor a la verdad. Esa verdad que imponía informar lo que realmente ocurrió y no algo que no había sucedido. Así la Jueza López hubiera obtenido lo que la Policía no, (la confesión), vale el hecho pues el detenido NO había confesado ante la Policía.
Poco o nada vale para el periodista afirmar que se valió de “fuentes policiales” o “fuentes de la investigación” si no confirma (o intenta siquiera), la veracidad de lo que le informó la fuente. Resulta extraño que el medio de prensa no reconozca su error y en cambio mantenga la versión apelando a esas “fuentes”, y haya hecho oídos sordos al desmentido oficial.
Cada cual con su estilo, cada uno podrá hacer su evaluación de este caso y podrá reconstruir los hechos para formarse opinión, lo concreto es que cada vez que sea necesario hacerlo lo haremos.
No es una cuestión de estilos ni de moral es mucho más que eso, es en honor a la verdad...
el hombre arrugó la hoja del diario,
el perro lo acompañó hasta la parrilla...
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