La
campaña electoral arrancó con todo, y esta vez no fue la llegada
del último ciclista sino el fin de un campeonato mundial (que nos
dejó a medias pero conformes), lo que dilató el comienzo. Los
partidos políticos empezaron a transitar por estos 100 días (a esta
altura algo menos) que resta para el último domingo de octubre.
Primer round de un cotejo que podrá llegar a tener uno más... o no.
Y la seguridad no podía faltar como tema, algo que ya se sabía
desde que comenzó este período de gobierno. Lo extraño es tanta
parafernalia para anunciar una batería de medidas algunas de las
cuales ya están aplicándose. Es
una táctica vieja y repetida salir a hacer anuncios sobre temas que
son realidad para pretender atribuirse luego los méritos. Saben bien
que los resultados llegarán porque se hizo lo que había que hacer;
lo que estaba diagnosticado dos décadas atrás, pero jamás
ejecutaron; lo que se acordó y cumplió.
En
definitiva, no hay ninguna novedad...
Reivindicando acuerdos
Era
tiempo que asumieran la co-autoría, aunque hubiera sido preferible
que lo hubieran hecho antes. Presentar un conjunto de medidas de
seguridad -muchas de las cuales- fueron acordadas en un documento de
consenso firmado por todos los partidos con representación
parlamentaria a poco de iniciado este gobierno, parece un
contrasentido. No ya por el carácter de las medidas consensuadas,
sino porque hacerlo ahora y como si fuera una iniciativa propia,
parece un hecho demasiado burdo.
Se
reconoce -al fin- los aciertos en la gestión por cuanto se esgrimen
algunas medidas que en puridad son el reflejo puro y simple de los
puntos acordados en aquel documento y que la administración Bonomi
ejecutó. Y que lo hizo con un nivel de cumplimiento que no registra
antecedentes en la cartera por cuanto hubieron intentos similares
anteriores, todos naufragados.
Algunos
ejemplos son insólitos, como la expresión de hacer uso del
instrumento de participación público privado para la construcción
de una cárcel. ¿Es en serio? ¿Dónde estaban cuando se hizo el
llamado a interesados, la licitación, la adjudicación y la
presentación del nuevo proyecto que empezará a construirse el año
próximo? Tanta
desinformación asusta.
Hablar
de duplicar la inversión en tecnología está bien, ahora la duda
está planteada por los antecedentes (ya que gustan de hablar de
antecedentes), pues siendo gobierno, las pocas inversiones que
hicieron fueron un fracaso. Como las recordadas “latas”,
clausuradas por Bonomi.
Duplicar
la presencia policial en las calles y el patrullaje trabajando por
cuadrículas, es lo más parecido a lo que hoy hace la Policía de
Montevideo con sus Unidades de Respuesta. Gracias por reconocer
cuando algo se hace bien.
Reinstalar
las comisiones barriales de seguridad trabajando juntos Policía y
vecinos, es algo que también está muy bien, pero que ya se hace. Y
no desde el 2010 sino desde el primer gobierno del FA y que fuera
incrementado en esta gestión con las Mesas Locales para la
Convivencia y la Seguridad Ciudadana. Gracias de nuevo, por el
reconocimiento.
La
videovigilancia vino para quedarse. No necesitamos decirles quien
hizo las primeras inversiones -continuadas y potenciadas luego en la
administración de Mujica- con redes de videovigilancia por
saturación que ya son una realidad. Realidad que también se
acompaña con resultados visibles y disfrutables como en Ciudad
Vieja, con una baja ostensible de los delitos a la mitad.
Experiencias que se multiplican por La Unión, Paso Molino, La Teja y
en ciudades del interior del país donde ya están en proceso de
instalación circuitos de videovigilancia.
La
aprobación de un nuevo Código del Proceso Penal donde la figura del
Fiscal asume protagonismo, ya es una realidad en el proyecto
presentado en el Parlamento que espera su inminente sanción.
La recuperación de los espacios públicos es otra de las no-novedades. Al ejemplo manifiesto de la Plaza Líber Seregni, ampliamente expuesto por Bonomi como forma de apropiación ciudadana de un espacio público, le sigue el Plan Siete Zonas en marcha y con claros logros que son una realidad (Plaza Casavalle).
La recuperación de los espacios públicos es otra de las no-novedades. Al ejemplo manifiesto de la Plaza Líber Seregni, ampliamente expuesto por Bonomi como forma de apropiación ciudadana de un espacio público, le sigue el Plan Siete Zonas en marcha y con claros logros que son una realidad (Plaza Casavalle).
Las
cárceles fuera de la órbita del Ministerio del Interior no es otra
cosa que el proceso que viene desarrollando la cartera y que fuera
acordado en aquel documento de consenso. Reivindicarlo como algo
novedoso y genuino es desconocer lo que se firmó y desconocer el
trabajo de las otras fuerzas políticas que participaron.
El
protagonismo que se dió a las víctimas de la delincuencia en esta
administración llevó a la cartera a liderar el proceso de sanción
de la ley de reparación a las mismas, hoy vigente, que no se agotó
en esa medida sino que se profundizó con la activa participación
del colectivo ASFAVIDE en la Comisión Honoraria del Patronato
Nacional de Encarcelados y Liberados así como su invalorable
servicio brindado a los privados de libertad (charlas en la Unidad N°
6 Punta Rieles).
Trabajar
en base a mapas del delito... Sherman, Lawrence Sherman... ¿les
suena? Lo trajo Bonomi y hoy la Policía trabaja en base a mapas de
delito. Otra vez, gracias.
La
historia se repite
Repasar
la exposición de motivos de la Ley de Seguridad Ciudadana, votada en
1995, basta para entender que no era un problema de diagnósticos
sino de gestión. Repasemos lo que se expresaba en el mensaje del
Poder Ejecutivo sobre la realidad imperante en aquella época:
“La
seguridad pública como bien común.
...El
tema de la seguridad pública constituye en el Uruguay de hoy y tal
como ocurre en otros países, uno de los problemas más graves que se
les plantea a las sociedades y Gobiernos. Empero, circunscribir a
estos últimos esa responsabilidad, prescindiendo de los demás
factores de la vida social e ignorando las causas profundas,
económicas y culturales que pueden estar en ese problema, llevaría
a que se desviara el camino recto que conduce a encontrar las
adecuadas soluciones. El aumento de la marginalización, a pesar de
la mejora en general de los niveles de vida, el avance de un
consumismo insatisfecho que se agrega a las acuciantes dificultades
que en lo económico viven vastos sectores de la sociedad, se ha
traducido en graves tensiones, en incremento de la violencia y de los
tipos delictivos unidos a ella. Este fenómeno ha provocado una
creciente alarma y simultáneamente un reclamo de drásticas medidas
represivas, no siempre sustentado en un análisis global y ponderado
sino como producto de circunstancias coyunturales.
El
actual Gobierno, se propone dar una respuesta urgente y convincente a
las demandas colectivas de seguridad, pero sin apartarse de los
principios que la más sabia doctrina en el plano jurídico y
sociológico han dictado, con el apoyo en el marco del estado de
derecho...”
Esto fue dicho en el año 1995, hace casi
veinte años atrás, cuando todavía era remota la posibilidad de la
llegada de la izquierda al gobierno. Sin embargo, tiene una
actualidad que denota -claramente- que pasaron dos gobiernos de
partidos tradicionales (1995/2000 y 2000/2005), sin hacerse nada para
cambiar lo que ya se diagnosticaba entonces. Si así procedieron
cuando fueron gobierno, ¿quién puede asegurar que cumplirán ahora?
Pero claro, si proponen cosas que ya están en curso o cumplidas, los
resultados se darán casi de inmediato. Seguramente en esos 100 días
que se imponen de plazo.
Otra de las tantas falsedades es el
concepto de la inseguridad uruguaya como una “sensación
térmica”, atribuida al
gobierno del FA. Sin embargo, la misma ley que hacemos referencia
fue la que plasmó en su exposición de motivos la definición de
dicho concepto:
“Dentro
de este panorama ha ido tomando cuerpo en la opinión pública la
idea de que la Policía no es eficiente en la prestación de sus
servicios; y con ello aparecería el Estado como incumpliendo deberes
primarios a su cargo. Con lo cual si a ello se suma la alarma que
deriva de la difusión de los hechos delictivos a través de los
medios de comunicación, se concluye que se está gestando en la
Sociedad uruguaya un síndrome similar al que ya se ha apoderado de
la mayoría de los países donde la marginalidad social afecta a un
porcentaje importante de la población.”
Clarito, ¿no?... ese síndrome del que se
hablaba en el año 1995 es el que hoy atribuyen a la ex ministra
Tourné, y sin embargo la autoría corresponde al Poder Ejecutivo de
la época que lo incluyó en el mensaje que acompañó al proyecto
que terminó siendo la Ley de Seguridad Ciudadana N° 16.707.
La novedad no son las medidas difundidas,
la novedad no es el diagnóstico, la novedad no es el tono alarmante
de todos los días.
La novedad es que no hay novedad en los
anuncios salvo reconocer que lo acordado se cumplió. Aunque lo
quieran hacer aparecer como algo propio y novedoso.
el hombre buscaba una novedad,
el perro también...
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