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jueves, 19 de noviembre de 2009

El himno más “bessioso”


Uruguay consiguió finalmente el pasaje a Sudáfrica 2010, y si bien para uno -que ya lo vivió antes- es una alegría grande, para la gurisada, que sufrió como nunca el proceso de esta eliminatoria, es una ocasión de ver a la celeste por primera vez disputando una Copa del Mundo.

Como era de esperarse, casi terminamos siendo punto cuando todos nos sentíamos banca. Eso porque nada se nos da fácilmente a los uruguayos y esta no sería la excepción ni mucho menos.

Fueron 90 minutos de tensión acumulada que solo se aplacaron un poco cuando el cabezazo del Loco Abreu abrió el marcador y con ello una efímera alegría, que duró tan solo 4 minutos, pues con el empate tuvimos el corazón en la boca hasta el final; y la eliminación, a solo un gol del visitante.

Pero el condimento a tan angustioso espectáculo lo dio la maravillosa, (al gusto del suscrito), interpretación del Himno Nacional que hiciera el Zurdo Bessio. Dueño de una portentosa voz, nos erizó la piel al escuchar la novedosa versión en clave de murga de nuestro principal canto oriental. Tal fue el impacto que hoy se habla de este suceso casi o más que del propio resultado que nos colocó en un mundial nuevamente. El Uruguay está dividido prácticamente entre quienes admiran la versión y quienes se indignaron con la misma, aflorando el gris autóctono que identifica a nuestra idiosincrasia más pura. No nos permitimos siquiera pintar de colores nuestras vidas y nuestros valores, en una suerte de renuncia anticipada a ser y vivir únicamente como nos inventaron un día sin posibilidad de cambio alguno.

Hoy se escuchan voces de uruguayos ofendidos por la “afrenta” de interpretar el himno en son de murga, sin reconocer la unción con que fue realizada ni la virtud de ofrecer una alternativa distinta que trasmita alegría al mismo tiempo que sacrosanta orientalidad.

¿Por qué siempre vemos el vaso medio vacío? Antes de criticar la interpretación, debiéramos entender formas alternas y aggiornadas de llegar al sentimiento de una población que –reconozcamos- no es muy afecta a cultivar su nacionalismo. Entonces, ¿no es buena señal estas interpretaciones que acercan los símbolos a la gente? ¿Acaso la seriedad y respeto que tuvo la misma no es suficiente para valorar el esfuerzo y el producto final?

Se podrá decir que la oportunidad fue un error –con cierta dosis de imprevisión por parte de la organización- no ya por la interpretación sino por la extensión que tuvo. Ambos planteles venían del calentamiento previo y los minutos pasaban, enfriando a los jugadores junto con la acumulación de adrenalina que la circunstancia generaba. El combinado costarricense desarmó la formación en medio de la interpretación, en una muestra de hartazgo e irrespeto hacia el anfitrión. La cara y gestualidad de Luis Suárez tampoco le fue en zaga, así como el resto de un plantel celeste que coincidía con el visitante en que fue extenso.

Tres pesos aparte para ese aspecto. El punto es que el Himno Nacional Uruguayo entonado por el Zurdo Bessio en clave de murga, fue una excelente muestra de lo que es capaz de hacer un pueblo que quiere reivindicar sus símbolos con respeto, dando su mejor esfuerzo al demostrarlo. En Argentina hace un tiempo tuvo similar repercusión la versión rockera de Charly García de su himno; aunque claro está que los argentinos nos aventajan a la hora de demostrar su patriotismo.

Por lo menos, apreciemos el intento de sacarnos de encima esa mochila pesada y de color gris que nos pusieron siempre, al punto de asumirnos como tipos tristes y aburridos. Las nuevas generaciones vienen acompañadas de altas dosis de alegría. Y la alegría se defiende también respetando nuestros símbolos más sagrados, aunque los entonemos en son de murga…

la piel del hombre se erizó por el canto,
el perro escuchaba envuelto en la bandera…

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