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martes, 23 de diciembre de 2025

Fin de año con un Cardama en el ojo y la gente en situación de calle…

El 2025 se retira y a pocos días de su despedida surgen los balances como cada año sin que este sea la excepción. Para el novel gobierno de Yamandú Orsi, y, particularmente, para el Ministerio de Defensa, cierra un año cargado de pesadas mochilas que le dejó la anterior administración. Las discutidas lanchas OPV tan promovidas por Javier García, cada día que pasa se parecen más a una gran estafa. Por otra parte, la gente en situación de calle volvió a colmar los espacios públicos aumentando los problemas de convivencia e inseguridad que traen asociados. Un tema que bien podría ser abordado por esa cartera como una forma de demostrar que son capaces de devolver a la sociedad uruguaya una parte de lo que le cuesta mantener sus privilegios cada año (más de 500 millones de dóla-res).

Se corta el chorro

La canilla abierta por la pasada administración de Javier García como forma de pagar el contrato con el astillero Cardama por las OPV, se cierra hasta tanto se demuestre el cumplimiento de los hitos previstos en los documentos. Algo que cada vez parece más imposible a estar por los testimonios que empiezan a ver la luz sobre la tan manida y discutida construcción de las referidas lanchas oceánicas.

En efecto, en un informe del periodista Leonardo Haberkhon realizado días pasados en Telemundo de canal 12, se conocieron fotos inéditas del proceso constructivo de las OPV–cuya veracidad fue confirmada por el periodista. En las imágenes difundidas se pueden apreciar serias irregularidades y defectos increíbles que parecen confirmar la falta de experticia del astillero en la construcción de embarcaciones (no solo del tipo OPV). Placas de acero mal soldadas, escaleras inadecuadas para cualquier tipo de embarcación, compartimientos estancos con insumos esenciales que no admiten otra forma de sustitución en caso de rotura que la disección del casco en dique (calefones), fueron algunas de las increíbles fallas constructivas que denuncian los inspectores de la Armada que cumplen tarea en Vigo, España.

Esos a los que García tildó de “espías” y quienes han solicitado un Tribunal de Honor que limpie la suspicacia plantada por el exministro en su desesperado intento por eludir responsabilidades propias de un nefasto negocio que lo tiene como uno de sus principales responsables. Claro que no es el único, el expresidente Lacalle Pou tuvo la principal responsabilidad de permitir esta burda estafa que empieza a desmontarse y que en cuanto se conozcan más detalles del proceso de construcción seguramente se confirme lo que era un secreto a voces, que el tan promocionado astillero no podía asumir semejante obra.

Hace pocos días descubrí en la plataforma X un posteo sobre un constructor industrial –Henry J. Kaiser- que fue la salvación para los Aliados que venían perdiendo por goleada la guerra naval durante la Segunda Guerra Mundial. Este constructor dejó atrás la vieja técnica de construcción naval artesanal de pieza por pieza y remache contra remache, desde la quilla hacia arriba, lo que llevaba que un buque mercante tardara no menos de 6 meses en estar listo. Un tiempo que los Aliados no se podían permitir. Ahí entró la ingeniería de Kaiser que vio a los buques como edificios flotantes y no como naves complejas. Así ideó su sistema de construcción por bloques. 

El hilo es largo –los invito a leerlo en https://x.com/ivanfamil/status/2001994323462865069?s=20 pero en resumidas palabras su idea fue la misma que (supuestamente) aplicaría el astillero Cardama, salvo que a este no le estaría funcionando como a aquel. Porque la guerra en el mar fue salvada con creces por el método Kaiser que logró construir una flota capaz de devolverle la supremacía bélica en el agua a los Aliados en un tiempo récord (de 200 a 30 días cada barco). Algo que Cardama no cumple ni por asomo a estar por sus antecedentes en la entrega de productos finalizados (algunos que esperan hace años por ser botados).

Con estos antecedentes la ministra Lazo le puso un punto suspensivo (casi qué final) a la sangría de seguir pagando por lo que parece un mal producto que –además- no estaría cumpliendo con los plazos previstos. Todo hace pensar que el camino de la rescisión empieza a despejarse y el Estado uruguayo no seguirá pagando por un pésimo negocio. Lo que esperamos todos los uruguayos es que los que hicieron gárgaras de buenos administradores y denostaron gestiones frenteamplistas, asuman sus responsabilidades.

La calle otra vez se llenó de gente

La gente en situación de calle comenzó –nuevamente- a poblar cuanto rincón público o privado se lo permite, ante la vista y paciencia de todos. No hay lugar que se recorra en Montevideo (también en cualquier otro rincón del país) que no tenga un campamento armado con gente pernoctando. También es común ver personas solas durmiendo en cuanto rincón encuentran y a cualquier hora del día.

La ciudadanía está empezando a perder la paciencia porque el MIDES no logra contener su crecimiento, las soluciones implementadas no estarían cumpliendo con su objetivo y la gente en calle aumenta sin que nada se lo impida. 

La calle no es un lugar para vivir, la gente no tiene por qué soportar las inclemencias de vivir a la intemperie, así como tampoco los vecinos hacer lo propio con la basura que se acumula o con los rincones de su barrio convertidos en baños públicos (con todo lo que ello implica en cuestión de olores y salubridad).

Y todo ello sin contar con los problemas de convivencia e inseguridad que muchas veces traen asociados y que cada vez son más frecuentes a lo largo y ancho del país. Problemas que –muchos de ellos- tienen como protagonistas a estas personas.

¿No será hora de encomendar una misión a los militares para que dejen de pintar arbolitos y piedras en los cuarteles, dejen de jugar a una guerra imposible y hagan frente a esa otra guerra que tanto nos afecta y a la que pueden ganar si se lo proponen seriamente? Una guerra contra la situación de calle de muchos uruguayos que podemos rescatar para que vuelvan a ser parte de una sociedad que los necesita insertos y productivos. En los cuarteles pueden tener una cama digna, un baño ídem, una comida caliente y aprender oficios, con un marco adecuado donde también debe intervenir el Estado con el MIDES, MSP, MEC, como forma de empezar a cambiar realidades que hoy nos afectan a todos sin excepciones.

Por supuesto que algunos que están en situación de calle padecen alguna patología que debe ser atendida, incluida las adicciones. Pero aún en ese escenario también se puede actuar destinando cuarteles como hospitales o centros de rehabilitación debidamente complementados por el resto del Estado. Es cuestión de dar la orden y que la misma se cumpla. Es cuestión de dejar de lado los prejuicios y generar un vínculo que permita que la gente en situación de calle deje de estarlo, ocupe infraestructura que ya existe y que tenga una ruta de salida o un tratamiento según sea el caso. Pero que dejen de rodar en ese círculo vicioso de estar en la calle para volver a la cárcel o terminar en el cementerio.

La opinión pública estará a favor de una medida de este tipo, que no implica –para nada- una medida autoritaria pero sí una medida sensata, que permita recuperar voluntades o atender a un ciudadano que no puede controlar su patología. Todo dentro de un marco regulado y controlado, con participación de todo el Estado.

Si se pudo decretar la emergencia durante el invierno y se demostró que se podía, cuanto más podrá funcionar esta medida con toda la estructura ya montada en un Ministerio de Defensa que tiene su despliegue nacional bien montado y al que le sobra infraestructura y mano de obra para asumir la misión. Una misión que lo convierta en un Ejército de Salvación.

Mientras tanto, Cardama sigue en el ojo y la gente en la calle…


el hombre ya no hacía barcos de papel,
el perro ofrecía la cucha…


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