A pesar suyo, cada domingo se convierte en inventor al emitir una columna de opinión que no deja de ser una creación o invento al fin de cuentas. Y eso no es un demérito, salvo que se piense que toda creación humana (a la que también se llama invento), sea pasible de menoscabo o desprecio por la simple razón de su origen creativo (o inventado).
¿Qué sería del mundo sin los inventos, que necesitan inexorablemente de inventores, pues son los que les dan origen? La humanidad no hubiera podido evolucionar nunca sin la presencia de esos creadores incansables que hicieron de sus alocadas ilusiones la razón de ser de los cambios en la historia del hombre mismo.