Fuente imagen: La Diaria |
Renuncias obligadas
A pesar del enorme poder que ostentan en los medios de prensa, hay algo que es inherente al profesionalismo periodístico que no pueden doblegar ni mucho menos impedir. Y es ese impulso irrefrenable de informar la verdad, ante todo. Sin esa motivación principal la tarea del periodismo se volvería una mera reproducción de versiones oficialistas sin espacio para otra verdad que la que quiera mostrar el poder de turno.
Si no hubieran existido las famosas “filtraciones” ni el trabajo periodístico de quienes honran la profesión, Astesiano seguiría fungiendo en el 4º piso de la Torre Ejecutiva y con él una organización montada para hacerse con los dineros de las licitaciones públicas; o se estaría espiando a legisladores de la oposición junto con sindicalistas y estudiantes, por citar algunos de los penosos ejemplos que se conocieron.
Más acá en el tiempo, sin las filtraciones -demonizadas por los involucrados principales- no nos hubiéramos enterado de las presiones del presidente del Honorable (¿?) Directorio que lo llevaron a renunciar. Porque no hay otra razón detrás de la renuncia de Pablo Iturralde que la verdad de una indebida presión ante fiscales con el agravante de ofensas a la investidura y figura del Fiscal General de la Nación. Una renuncia que no constituye acto de valentía alguno (como refirió el precandidato oficialista Álvaro Delgado), sino el triste reconocimiento a una injerencia indebida, burda y de baja estofa, del presidente del Partido de Gobierno.
Ni el presidente de la República se privó de ejercer presiones, a pesar de pretender negarlo en principio, pues a renglón seguido deslizó conceptos sobre la eficacia o no de la Fiscalía en algunos casos. Si el presidente de la Nación se olvida de su investidura emitiendo conceptos parcializados sobre la actuación de uno de los poderes del Estado, qué dejamos para sus correligionarios legisladores quienes, ostentando fueros, lanzan y ejecutan presiones sin limitación de ninguna especie.
Pero, así como no basta con la renuncia para borrar de un plumazo las acciones de ilegalidad manifiesta ejecutadas por representantes de tales investiduras, es imperioso que esta justicia uruguaya tan manoseada haga valer su juicio de manera imparcial y restituya el imperio constitucional que establece que todos somos iguales ante la ley. De otro modo, se estará haciendo un daño inmensurable a la esencia misma de nuestro sistema democrático, confirmando que es una triste realidad aquello de una justicia para ricos y otra para pobres; una justicia para quienes ostentan el poder y otra para los ciudadanos de a pie.
No resiste archivo
En la feria del Parque Rodó se dieron cita varios políticos en un escenario que va poniendo calor y color a una deslucida campaña electoral hacia las elecciones internas del próximo 30 de junio. Uno de los que estuvo el pasado domingo 26 de mayo fue el senador Jorge Gandini quien entrevistado por La Diaria afirmó que lo hecho por su correligionario Iturralde estuvo mal y que él piensa distinto. “Nunca en mi vida hablé con un fiscal sobre una causa porque no debe hacerse” (sic)
Sin embargo, con muy poco esfuerzo se puede encontrar registro que desmiente sus dichos. Por ejemplo, se lo puede ver junto con otros legisladores oficialistas cuando acudió a la sede de la Fiscalía General de la Nación a presionar nada menos que al “cagón” –según Iturralde- de Juan Gómez, para acelerar las investigaciones sobre el Hospital Policial y la asistencia que se le diera a un civil herido por una bala que partió de la casa del comisario, en La Paloma.
O cuando el sábado mismo en que el diario El Observador publicó la primera transcripción de los chats del caso Penadés, La Diaria consignó en nota del 13 de octubre de 2023, que Gandini llamó al fiscal Gómez para mostrar su “preocupación” por las filtraciones.
Todo indica que el arte de mentir que se le endilga a los políticos hace carne en algunas figuras políticas que aspiran al sillón presidencial. Salvo que haya cometido el error de no recordar tales situaciones, con lo cual –seguramente- tendremos el reconocimiento que devuelva la credibilidad perdida ante los registros que lo sindican no una sino al menos dos veces llamando a un fiscal para interiorizarse de casos en curso.
Aunque el involucrado –Dr. Gómez- no consideró que existiera una presión indebida en las referidas instancias, las mismas constituyen un acto innecesario para un sistema democrático donde la separación de poderes es una garantía constitucionalmente consagrada que todos debemos respetar.
En la era de las comunicaciones, también es importante asumir que las mentiras no solo tienen las patas cortas, sino que cuentan con un aliado principal que es el registro.
El pueblo no resiste más la hipocresía en la política, es hora que se vayan dando cuenta…
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