Las internas ya pasaron y fueron la culminación de un largo proceso que insumió mucho esfuerzo militante. Tanto, que muchos compañeros sintieron en carne propia los coletazos de semejante trayecto. Pero, el resultado valió la pena, porque fue la comprobación del potencial frenteamplista al que tanto le temen y que es parte de su esencia como coalición y movimiento. Porque fue esa pata fundacional de la fuerza política de izquierda la que volvió a colocarla en la cima del podio electoral confirmando -en números absolutos- que es la mayor fuerza política del país y la única capaz de levantarse tras una derrota y ser hoy la alternativa real de cambio. Ahora viene otro partido, donde los frenteamplistas sabemos jugar y tenemos las herramientas intactas para disputarlo: la unidad en la diversidad. Esencia y sustancia del colectivo que nos legaron los fundadores de 1971. Habemus fórmula, pero, sobre todo, habemus Frente Amplio!!