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Llegando al final del mandato la seguridad -a pesar del relato oficial- está mucho peor y no alcanza el maquillaje oficial para disimular el espanto que representa despertar cada día con noticias de asesinatos a cuál de ellos más violento. Algunos voceros oficialistas (que tuvieron que irse de manera vergonzosa por la puerta de atrás), esgrimen como excusas de la pésima gestión de la que fueron parte, a la herencia de la gestión frenteamplista. Aquella frase del presidente de la República que refería a que culminado el primer año de gobierno no le podrían echar la culpa a nadie más que a ellos mismos, quedó en el olvido. Un olvido selectivo por supuesto que no es de recibo para quienes recordamos muy bien las promesas incumplidas de los que nunca estuvieron preparados para ser gobierno.