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Fuente imagen: Perroviajante |
Todavía recuerdo muy bien cómo salieron a criticar la propuesta de un proyecto que terminó en ley sobre tenencia responsable de armas de fuego. Salieron prestos a manifestar su acérrima oposición sosteniendo que se quería desarmar a los honestos, a la gente de bien en lugar de hacerlo con la delincuencia. Ninguno se detuvo a pensar que muchas de esas armas, (la inmensa mayoría), terminan más temprano o más tarde en manos criminales. Son preciados botines para los delincuentes. Pero, ¡había que pegarle a Bonomi!
Por aquel entonces, el senador Pedro Bordaberry se
embanderó contra el proyecto y junto a operadores del comercio de armas
salieron presurosos a criticar fuertemente la iniciativa bajo la consigna de
que se quería desarmar a los honestos. Sin embargo, esos mismos actores
hicieron mutis por el foro cuando, en el barrio de Carrasco, aquel padre mató a
su hija de un disparo en medio de la noche al confundirla con un delincuente. (ver
columna) Los actores de aquel trágico hecho eran simpatizantes del líder
colorado, pero claro, ese detalle poco importaba. Como poco importó también,
hacerse cargo de aquella muerte injusta producto del miedo promovido por
quienes defendían la tenencia de armas sin reparar en el detalle del uso
responsable de las mismas, principal elemento que acompañaba la iniciativa
legislativa de Bonomi.
También recuerdo que por aquel tiempo se pensó -en apoyo a
ese proyecto de ley- una campaña de desarme civil que se dio en llamar “Armas
para la Vida”, cuyo objetivo era que la población entregara un arma de fuego a
cambio de una Tablet o una Bicicleta, contando para ello con el apoyo de ANTEL
y el Ministerio de Turismo, respectivamente. Lamentablemente aquella iniciativa
naufragó por la dilación del Ministerio de Defensa en ponerse de acuerdo en las
condiciones de una reglamentación que salió recién al final del período
confundiéndose con la campaña electoral. Aquella iniciativa nunca vio la luz y
quedó por el camino, no sin seguir atizando el fuego enemigo contra Bonomi y su
proyecto de propiciar el control de armas en el Uruguay.
Hoy, todos están contestes en que ese es el camino posible
para una reducción de los homicidios que no cesan. Si bien se habla en la nota
que el desarme voluntario no tiene mayor efecto en la baja de los homicidios,
no era esa la única razón que inspiró el proyecto de Bonomi, sino que el
control efectivo de las armas que circulan en el país era una premisa ineludible
que había que encarar para controlar esta epidemia.
Y no solo el control sino, también, el patrullaje (así nació el PADO), y el consumo
de alcohol, como cita el periodista en la figura del criminólogo Emiliano
Rojido, hoy uno de quienes asesorará al futuro ministro del Interior, Carlos
Negro.
¿Volvieron los
ajustes de cuentas?
El artículo hace referencia al aumento del 40% de los
homicidios en la capital, en tan solo una década, y lo explica con una cita
contundente: “En 2013… sólo un tercio de los homicidios de Montevideo había
sido motivado por ajustes de cuenta o
conflictos entre criminales. El 2024
cerró… con seis de cada diez asesinatos englobados en esta (polémica)
definición”, cita el periodista.
Sin entrar en la discusión que sostuvieron Donnángelo y
Rojido, la causa de los homicidios fluctúa entre aquellos conceptos que tanto
le criticaron a Bonomi pero que hoy usan sin prejuicio alguno los mismos que le
criticaban. Sin perjuicio de lo cual es innegable –también- que las drogas
tienen su incidencia como cita la fiscal Morales en la nota, (a pesar de la
opinión contraria de Rojido, quien en un informe relativizó ese dato).
Sean cuales sean las causas, el medio empleado tiene mayor
relevancia porque es el que termina efectivizando el resultado y ahí las armas
de fuego juegan el rol principal. De aquel tiempo en que Julio Guarteche
advertía por el aumento de los baleados de la cintura para abajo como un
indicador que pronto aumentaría la cantidad de homicidios ni bien afinaran la
puntería contra los deudores incobrables. Cosa que ocurrió.
Aquellos ajustes de cuentas que incrementó el número de
baleados hoy tiene el agravante del aumento de los homicidios junto al
incremento sostenido de heridos de bala cuyo seguimiento no se hace y que es
otro de los agujeros negros de esta administración y sus cifras (junto al
exponencial incremento de las muertes dudosas).
El incremento de los asesinatos con armas de fuego sufrió
un aumento considerable a partir de 2022. Tras la tregua que produjo la
pandemia del covid 19. El aumento de la violencia se ve reflejado en las cifras
de forma contundente.
Armas bajo control
En su momento, el sociólogo Javier Donnángelo nos expresó
de forma tajante: “no hay país en el mundo que haya bajado los homicidios sin
una campaña de desarme o control de armas fuerte”. Eso parece ser de recibo
entre quienes estudian el tema y así lo expresa el criminólogo Rojido en este
informe de Tomer Urwicz.
En el Uruguay no hay una trazabilidad de las armas ilegales
que permita ver de dónde se proveen, no hay seguimiento de los baleados (un
tema al que le hemos dado relevancia y que tenemos parcialmente identificado en
el control de fuentes abiertas de información) y “el tema de las armas de fuego
brilló por su ausencia en la campaña electoral”, afirma Rojido.
Y acá viene una
afirmación del criminólogo que me lleva nuevamente a la figura inmensurable de
Eduardo Bonomi, cuando afirma que “los programas que limitan el porte de armas
de fuego (han) resultado ser de los más destacados en la reducción de
homicidios (junto a la restricción en la venta de alcohol y el patrullaje
policial en áreas de alta incidencia de homicidios)”. Touché!
Eso mismo que hoy defiende Rojido y todos comparten sin
discusión, era lo que siempre defendió Bonomi durante su gestión y tanto le
criticaron. Hipocresía de una clase política que no resiste archivo.
En suma, el tiempo va poniendo las cosas en su lugar.
Bonomi tuvo y seguirá teniendo razón, mal que les pese a
muchos…
el hombre hacía
memoria,
el perro escarbaba un archivo…
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