Esta es una historia real, pasó en Montevideo y no hace muchos días atrás. Es la historia de muchos jóvenes que caen en la depresión y acuden a la droga como refugio y allí mismo hipotecan su futuro. Es la historia de un chico que pudo ser tu hijo, tu hermano, tu sobrino o tu amigo. Es la historia de muchos que están pidiendo auxilio y no los escuchamos porque los tenemos naturalizados y –de ese modo- los condenamos a su (mala) suerte, dejándolos a merced de quienes los rescatan para agrandar su negocio. Esos que los usan –y los tiran-cuando pasan a ser un problema que afecta sus ganancias. Es la historia de un pibe que tuvo la suerte de encontrarse con una “madraza” al rescate…