Fuente imagen: mundoprimaria.com |
En la hora
Tras varias semanas en que los datos de la pandemia en tierras orientales daban cifras más que preocupantes, volvió el Presidente con sus conferencias de prensa. Primero lo haría el GACH (Grupo Asesor Científico Honorario), quien pintó el escenario uruguayo de una realidad que muchos compatriotas todavía no asumieron como real. Luego vendría el Presidente para anunciar las medidas que mostrarían una cierta descoordinación con las de sus asesores científicos, o –al menos- una falta de equilibrio con la realidad pintada por aquellos.
Todos coincidimos en que al Presidente le faltó la pata social en sus anuncios, un aspecto que no es tenido en cuenta en la medida que se cree necesario y acorde con la respuesta que sí han tomado países que muchas veces fueron puestos como referencia por quienes hoy gobiernan. Esa asistencia necesaria, imprescindible para los más vulnerables, ha sido una constante en países tomados como modelo por las actuales autoridades, quienes se mantienen firmes en su postura de esperar que el mercado obre por sí mismo regulando las inequidades y, salvando al Estado de aumentar un “preocupante déficit fiscal heredado”.
Una mirada bastante miope de la realidad, que tendrá severas consecuencias con ese bolsón de uruguayos que pasan necesidades hoy y que verán incrementarse las mismas con el avance de la pandemia y la ralentización (casi total) de la movilidad social recomendada, con lo cual pierden su principal ingreso. Hablamos de aquellos que no tienen un trabajo estable, esos que generan su ingreso día a día y a los que es imprescindible asistir para evitar que sean parte de un problema mayor después.
A todo eso, el Gobierno envió al Parlamento proyectos de ley que respondan –de forma grave y urgente- a la pandemia. Solución entendible, hay que actuar rápido y todos entendemos las razones. Pero así como hay que actuar rápido, lo más aconsejable (también), es hacerlo con el mayor respaldo político posible. Por más mayorías que ostenten, esto es una cuestión de Estado que nos interpela a TODOS sin distinción de ningún tipo, menos aún, políticas. Por ello es que hay unanimidad en levantar el receso parlamentario para darle tratamiento a las medidas con la urgencia que las mismas requieren, eso sí, es bueno que haya un debate sobre el fondo de lo que se propone para no cobrar al grito y, mucho menos, apurados por el reloj del Juez.
Cada cual atienda su juego
El gobierno envió varios proyectos, pero el que más ruido hizo fue el que reglamenta el Art. 38 de la Constitución y refiere al derecho de reunión. Es evidente que hoy –a meses todavía de ensayar una vacuna en nuestro país- la única manera de cortar la curva exponencial de crecimiento del Covid-19, es el distanciamiento social, junto con el uso de tapabocas e higiene de manos, como las más relevantes. En eso no hay dos opiniones. Donde surgen divergencias es precisamente en si es ese el artículo a reglamentar o si, por el contrario, hay que ir por el Art. 44 que es el que determina que “el Estado legislará en todas las cuestiones relacionadas con la salud e higiene públicas, procurando el perfeccionamiento físico, moral y social de todos los habitantes del país”.
Y esto por cuanto acudir al Art. 38 no sólo es una lectura muy lineal de la situación, sino porque contradice lo expuesto por el mismo gobierno no hace muchos días, siendo el Secretario de Presidencia el vocero entonces: “no vamos a ir a un Estado policial para combatir la pandemia”. Sin embargo, a estar por el proyecto presentado vamos camino a ello.
El texto sometido al Parlamento es ambiguo por cuanto no define el concepto de aglomeración y –además- deja librado el cumplimiento de la medida a los Ministerios competentes y Gobiernos departamentales, dejando allí a la discrecionalidad de quienes no tienen competencia sanitaria para resolver que una reunión determinada pone en riesgo sanitario a sus asistentes y al resto de la población. Es decir, y para ser bien gráficos, perfectamente podría ser la Policía la que determine que una reunión de determinada cantidad de personas (a su criterio) es un riesgo sanitario (¿?), con lo cual se desvirtúan los cometidos específicos de cada secretaría de Estado.
No es la Policía la que debe decidir si una reunión implica un riesgo sanitario, sino que esa misión le corresponde al Ministerio de Salud Pública. La Policía puede y debe decidir sobre situaciones de seguridad pública, exclusivamente. Obviamente, si es requerida su asistencia para que se cumpla lo resuelto por la autoridad sanitaria, la fuerza policial acudirá y hará cumplir el mandato pero no por ser quien resolvió sobre el caso sino cumpliendo lo dispuesto por quien tiene competencia para hacerlo.
Ese es –a mi juicio- el punto de inflexión de una propuesta que puede derivar en múltiples problemas en su aplicación y que deja una peligrosa discrecionalidad a quienes no cuentan con la formación para decidir sobre un problema de salud pública. Que actúen a pedido de quien sí tiene ese cometido constitucional nadie lo discute.
No ir por ese lado sería trastocar cometidos y abriría un peligroso antecedente para que las Secretarías de Estado incursionen en materias que no les son propias. ¿Se imaginan a funcionarios del MSP –en ejercicio de sus cometidos- persiguiendo a un rapiñero? El absurdo no alcanza al arresto ciudadano que cualquiera puede realizar, que se entienda bien.
Ejemplos varios se han disparado en estos días, uno particularmente peligroso fue en una localidad de Florida (Chamizo), donde a un efectivo policial se le disparó accidentalmente un arma de munición no letal (según el Ministerio del Interior). Si en una localidad como esa, donde se conocen todos, se da una situación de este tipo, (no llegaban a 10 los jóvenes allí reunidos ni tampoco ofrecieron ningún tipo de resistencia a desistir de su reunión, más allá de querer conocer el motivo del pedido), ¿se imaginan ustedes en otros lugares del país con otros contextos más complicados?
Por eso es que cabe aquello de “zapatero a tus zapatos”, no sea cosa que el remedio termine siendo peor que la enfermedad.
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