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martes, 29 de octubre de 2013

No los dejen a pie...

Fuente Imagen: www.skycrapercity.com


Son gurises, hijos, nietos. 
Son trabajadores, padres, madres, abuelos.
Son uruguayos, gente como ustedes, que los necesitan, que precisan de su servicio. 
No los dejen a pie...




Más allá de Punta de Rieles

Un reclamo se hace sentir cada vez más fuerte por parte de quienes tienen voz pero no logran hacerse oír por aquellos que tienen la respuesta a su reclamo. Son eternos caminantes que tienen que soportar la incomprensión de los dueños del volante público que debiera transportarlos. 

Son cientos de personas -grandes y chicos, jóvenes y viejos- que sufren un día sí y otro también, la in-solidaridad de quienes le niegan la posibilidad de utliizar los servicios de transporte y los dejan “en la vía”.

Últimamente se viene dando una situación compleja en el servicio de transporte público más allá de Punta de Rieles. Donde perder el ómnibus es mucho más que ese simple hecho, representa llegar tarde al colegio, al trabajo, a una entrevista, o lo que es más angustiante aún, llegar tarde a casa incrementando la preocupación de quien espera a un ser querido y este no llega a la hora de siempre.

Lo que es más triste es apreciar cierta incomprensión por parte de quienes estando al volante no advierten que el que queda a pie puede ser su hijo, su padre, su familia, aunque bastaría con saber que es su igual, su semejante, su compatriota o conciudadano.

En tiempos donde se comienzan a dar respuestas en busca de la convivencia perdida, mejorar acciones tan simples y cotidianas como la que se refiere, serían un aporte más en esa construcción de ciudadanía que queremos recuperar.

Si bien se han entablado conversaciones con las empresas de transporte colectivo, todavía falta que los hechos den muestra del cambio. Todavía falta que los chicos -y los no tan chicos- dejen de padecer esas largas esperas en las paradas “más allá de Punta de Rieles”, donde perder un ómnibus implica mucho más que media de hora de espera, implica perder a veces una clase o un día de trabajo.

Desde el volante

Con muy poco se puede hacer mucho. Basta que se tome en cuenta que con simples gestos como esperar y llevar al colegio o al trabajo a alguien, también se construye ciudadanía. Y lo que es mejor, se consiguen sonrisas, pequeñas vacunas contra la mala onda y el pesimismo.

Vivimos en un mundo cada vez más apurado, síntoma de un siglo que no se detiene. Sin embargo, no estaría mal empezar una campaña de pequeñas acciones como las que se reclaman para comenzar a dar respuestas colectivas que nos salen gratis, pero que enriquecen a aquella sociedad que las practique.
Ceder un lugar, dejar un espacio al otro, ser amables, ser generosos, ponerse en el lugar del otro, respetarnos mutuamente, son solo algunas pequeñas y grandiosas acciones que podemos hacer cada uno para beneficio de todos.

Mañana, cuando empiece el turno, seguro que lo va a tener en cuenta y cuando suban a su coche, la sonrisa será la contraseña acordada.

Y seguramente usted, tendrá -a partir de ese gesto- una sensación extraña y placentera, que no será otra cosa que la confirmación de haber recibido un agradecimiento que no se cotiza en ningún mercado...


el hombre detuvo el ómnibus,
el perro ladró desde la parada...

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