(Imagen: elpaís.com.uy) |
La jornada se desarrolló en medio de
la algarabía colectiva de todos los estudiantes que se dieron cita para
homenajear a 13 miembros de su colectividad que tuvieron la brillante idea de
redactar un código con reglas para que el respeto sea un elemento de peso en su
liceo. Una idea que no pudieron llevar adelante otros pero que sí pudieron
estos pequeños héroes que forman parte de un grupo bastante rebelde. Grupo que
supo hacer caudal de esa característica para convertirla en una virtud que los
llevó a ser los ganadores de un certamen donde la convivencia sería el tema
central.
Hasta ahí parecía que todo sería sin
inconvenientes pero, ocurrió un hecho que dejó a algunos en incómoda posición.
Un alumno –Santiago- tuvo la iniciativa de leer una nota que había hecho llegar a los
profesores el día anterior y solicitó autorización para hacérsela llegar al ministro
Bonomi y también para leerla frente a todos los presentes.
No es cierto lo que se dijo respecto a
que fue el ministro Bonomi quien solicitó al alumno que leyera la nota. No lo
es porque nunca ocurrió dicho pedido, de lo cual el suscrito fue testigo
directo de los acontecimientos, nadie nos lo contó.
Santiago – el alumno en cuestión- fue
entrevistado al finalizar el evento y seguramente los nervios le jugaron una
mala pasada, tal cual lo reconociera él mismo cuando se vio y escuchó en la
prensa. Sin ser un dato menor, lo más importante no fue ese punto sino lo que
dijo Santiago frente a sus compañeros y frente a las autoridades.
Mucho se habló sobre la resistencia
estudiantil a la presencia policial en los establecimientos educativos
invocando a los estudiantes, quienes tuvieron -ese día- ocasión de hacerse
escuchar sin intermediarios.
Los estudiantes del Liceo 24 dijeron
claramente que no les incomoda la presencia policial en el liceo, lo cual echa
por tierra argumentaciones contrarias que se oyeron antes. No es un tema menor
ya que el punto preocupó muchísimo a las autoridades dedicando tiempo y recursos
valiosos para encontrar soluciones. Las mismas llegaron con el destino de
efectivos dedicados exclusivamente a la seguridad de los liceos y, a estar por
lo leído por Santiago, los alumnos valoran positivamente la solución encontrada.
Los chicos tuvieron ese día una
ocasión inmejorable para hacerse oír y no la desaprovecharon. Seguramente
-también por lo expresado luego por Santiago a los medios- la inexperiencia le
jugó una mala pasada al involucrar a todos los profesores por una situación
particular sobre malos tratos supuestamente sufridos por alumnos de primer año,
hecho que se encargó de aclarar.
A muchos no les asombraron los
reclamos, principalmente a los medios de prensa que encontraron lo que
seguramente habían ido a buscar: un punto de confrontación, una noticia. Justo en el mismo lugar
donde antes se tuvo intención de realizar un escrache
a Bonomi (que nunca ocurrió).
A algunos les preocupó la participación de Santiago. A otros les molestó lo dicho por Santiago. A los amigos y compañeros de clase de Santiago, les gustó escuchar a su compañero decir las cosas que querían decir a las autoridades.
La preocupación, creo, debiera estar en otros puntos. Por ejemplo, en conocer mucho más sobre lo que piensan y quieren los chicos del Liceo 24 (y también de otros centros educativos). Hacer foco –únicamente- en la oportunidad en que se hizo el reclamo, sería un desperdicio por no aprovechar la ocasión y el método para conocer cómo piensan nuestros jóvenes estudiantes. Hay que involucrarlos y hacerlos parte de la solución de aquellos problemas que muchas veces fabricamos los grandes.
La preocupación, creo, debiera estar en otros puntos. Por ejemplo, en conocer mucho más sobre lo que piensan y quieren los chicos del Liceo 24 (y también de otros centros educativos). Hacer foco –únicamente- en la oportunidad en que se hizo el reclamo, sería un desperdicio por no aprovechar la ocasión y el método para conocer cómo piensan nuestros jóvenes estudiantes. Hay que involucrarlos y hacerlos parte de la solución de aquellos problemas que muchas veces fabricamos los grandes.
¿No habrá llegado un tiempo en que
debemos escucharlos más? ¿No será hora de darles mayor protagonismo?
Ellos piden la palabra…
Será que tienen algo para decirnos.
el joven tomó el micrófono,
el hombre y el perro se sentaron a
escuchar…
Muy bueno como siempre.
ResponderEliminaryo