La semana pasada una nota de opinión sorprendió a algunos y significó un reconocimiento para otros. El periodista Gabriel Pereyra colgó en el portal de El Observador (se publicó al día siguiente a página entera), una nota de opinión sobre la gestión de la cartera de Interior que dirige Bonomi, a la que calificó como “la mejor gestión sobre seguridad pública desde el fin de la dictadura”. No vamos a referirnos a esa nota específicamente, pero sí al tenor de algunos comentarios que recibió la misma, los que no hacen otra cosa que intentar controvertir el análisis que hiciera el periodista.
El Ministerio del Interior tiene la peculiaridad de estar en el candelero un día sí y otro también, condición que lleva a un permanente fuego cruzado entre la gestión y las críticas a la misma. Máxime cuando se hace del tema una muletilla recurrente con intención de buscar el rédito político. Sabido es que lo que no fue prioridad para la gente en el primer gobierno de izquierda sí lo fue para el segundo y basta repasar el programa de gobierno del Frente Amplio para comprobar que lo que hoy merece el calificativo de “la mejor gestión sobre seguridad” no es otra cosa que el fiel cumplimiento de aquel programa.
Pero también es correcto decir que a poco de conocido el resultado electoral el electo Presidente Mujica puso a trabajar a su futuro Ministro del Interior y equipo para adelantar trabajo convocando a los otros partidos y -entre todos- darle el marco de política de Estado al tema.
Precisamente este dato marca la incoherencia destructiva de una oposición que, siendo también parte de esa “mejor gestión”, prefirió apelar a la cerrada crítica y persistente pedido de renuncia de un ministro que hoy recibe el reconocimiento de formadores de opinión que ven al bosque más allá del árbol. Porque la gestión de la cartera, (por lo menos una parte importante), se concentró en cumplir el acuerdo multipartidario que todos los partidos políticos con representación electoral, firmaron a poco de iniciado este gobierno.
Sin embargo, la nota no se agota en sí misma sino que debe leerse en contexto con los comentarios que mereció y que pueden leerse también en el portal. De allí se desprende que lo que reconoce el autor (y la mayoría de los comentaristas) no es unánime, por supuesto. Pero en esa contraposición -sin dejar de reconocer que es bueno que exista más de una visión- las más críticas, merecen alguna precisión al respecto.
Por ejemplo vale decir que esta cartera no se gestiona bajo presión de ningún tipo, por lo menos esta administración no se conduce de ese modo. Basta con repasar el programa del FA y leer el capítulo dedicado a la seguridad o -apelando a la memoria- hacer lo propio recordando la presentación que se hiciera el 2 de octubre de 2009 en la Torre de Antel, en el “Seminario sobre experiencia y perspectivas progresistas en seguridad ciudadana”, para comprobar que la hoja de ruta estaba definida y esta administración se dedicó a recorrerla.
Alcanza con repasar estos casi tres años de gestión para comprobar que durante el primer año (2010), se trabajó intensamente en la elaboración del presupuesto, y se administró la gestión con el presupuesto del período anterior. Y se lo hizo administrando responsablemente los pocos recursos con que se contaba para sortear las dificultades de una realidad que todos comprendíamos muy bien.
Aprobado el presupuesto, la ejecución del mismo comenzó a hacerse en el 2011, y -como otra razón que confirma el análisis del periodista- se alcanzó el 97% de ejecución, cifra récord de una cartera que históricamente superaba escasamente el 50%. Entonces con estos dos años de trabajo arduo, intenso, solo podían presagiarse buenos resultados. Porque esa ejecución presupuestal significó la mejora de las remuneraciones del personal (históricamente sumergidos); la mejora de la tecnología aplicada a la seguridad; mejora del armamento para enfrentar a la delincuencia; capacitación; medición de resultados; reestructura funcional; en fin, todos aspectos que hacen a una refundación de la Policía Nacional que empieza a cosechar frutos.
Ello acompasado con un nuevo concepto de seguridad integral; una visión moderna donde la prevención y la disuasión son parte principal para evitar las consecuencias del accionar delictivo. Aspectos que son fundamentales desarrollar en una Policía como la nuestra que se caracterizó por una alta eficiencia a la hora de resolver delitos pero mostraba carencias en prevenirlos.
Concepto de seguridad que no se acota a una mera intervención policial, sino que contempla la participación de otros actores que deben contribuir al mismo objetivo: la convivencia pacífica de los uruguayos. Lejos de entrar en contradicciones, se da una perfecta complementariedad. Hoy existe un liderazgo compartido por varios Ministros de Estado y está bien que así sea, porque en la combinación de esfuerzos está asegurado el mejor resultado. La seguridad no es solo una cuestión policial, abarca todos los niveles de la vida en sociedad e involucra a todos los actores que participen, cualquiera sea el lugar o el rol en que les toque hacerlo.
Lentamente comienzan a verse efectos positivos y leerse datos que marcan importantes avances, pero nadie se queda conforme con ello y vamos por más. Más convivencia, más participación ciudadana, junto a una Policía profesionalmente preparada son insumos fundamentales para asegurar la estabilidad de los resultados.
el hombre leía el diario,
el perro ladró un comentario...
el perro ladró un comentario...
Debo reconocer que es cierto.
ResponderEliminarMe parece que este ministro es el mejor que hemos tenido en estos últimos años.
Aún cuando no comparto muchas cosas de este gobierno, en esto estoy de acuerdo.
Debe ser mi veta política colorada.
Saludos
Claudia González