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sábado, 7 de mayo de 2011

Los coloquios de Don Alfredo

Publicado en La ONDA digital

“Montevideo se transformó en Río de Janeiro,
los asentamientos se volvieron favelas. La Chacarita pasó a ser Rocinha; Malvín Norte se convirtió en Cidade de Deus y La Cruz de Carrasco se transmutó en Manguinhos...”
Alfredo García – Semanario VOCES


En el último número del Semanario Voces, el director del mismo se despacha con una nota breve y dura sobre los operativos que el Ministerio del Interior ha venido (y seguirá) instrumentando en los diferentes barrios de Montevideo. Cuántos errores  hubiera evitado el periodista en su crónica si tan solo hubiera consultado a las autoridades para conocer los objetivos de tales operativos.

Pero claro, lo que vende para una izquierda inocente (cada vez menos inocente por suerte), es tildar a esta administración como represora sin medir que la realidad impone hoy determinadas acciones para frenar lo que no queremos que crezca pero que está germinando. El apresuramiento en juzgar estos operativos, o la calificación equivocada de razzias que se hace de los mismos, es un mayúsculo error al que no queremos atribuir otras intenciones.

El Ministro Bonomi está años luz de ser un defensor de la “mano dura” como cita el coloquial periodista, y mucho menos pretende satisfacer a “lo más reaccionario de nuestra sociedad”, como también refiere en la nota. Parece ser que cuesta demasiado reconocer una realidad que rompe los ojos, y se pretende –al mismo tiempo- que la seguridad mejore por gracia divina.

Hace ya casi un año que Bonomi advierte sobre procesos de feudalización que no por incipientes, se va a permitir que se consoliden. El momento de actuar es ahora. Una actuación que no es improvisada, sino que responde a lo que se viene trabajando en materia de seguridad. Trabajos que se corresponden con un presupuesto que empieza a ejecutarse y que se manifiesta en acciones de este tipo también. 

Los operativos policiales tienen un caudal de horas de planificación, investigación y coordinación que seguramente haya que mejorar pero que no se puede desconocer que dan sus frutos. No obstante, se los tilda de ineficaces por la lectura lineal que se hace de la cantidad de procesamientos que resultan tras los mismos. Esa cortedad de visión es por lo menos sugestiva.

Hay un efecto disuasivo que es notorio y que comienza a arrojar resultados tangibles en las zonas donde los operativos se efectuaron. La impunidad con que gozaban quienes se refugiaban en dichos barrios tras cometer ilícitos, ya no es tal, y los vecinos –esos que aprueban las medidas, “verdaderos guapos” a los que debemos cuidar y multiplicar para que sean los espejos de la nueva camada de uruguayos- comienzan a adueñarse de los espacios que habían perdido a manos de la delincuencia.

Los operativos no tienen solamente a los barrios marginales como único objetivo, pero la Policía trabaja en serio y por ello para dar inicio a operaciones de este tipo debe basarse en datos geo-referenciales que delatan las zonas de mayor índice delictivo. Lo cual no obsta a que se realicen operaciones en otros barrios, llegado el momento.

La espectacularidad que le atribuyen a las acciones realizadas responde a una razón operativa que excede cualquier puesta en escena, y en cambio marca una profesionalidad que muchos le criticaban, (por ausente), a nuestra Policía Nacional. No parece justo que en momentos en que esa cualidad comienza a mostrarse, se la critique como si se pretendiera volver a tiempos de acciones improvisadas y seudo profesionales.

Otro tema que se critica es la presencia de los medios de prensa dando cobertura. Ahora bien, ¿no se entiende eso como una presencia necesaria que aporte garantías a la ciudadanía? ¿Que dirían si se impidiera su presencia o se hicieran en secreto? Los medios nos garantizan a todos, (policías y vecinos), que los operativos tienen exposición pública, que las acciones se documentan  en defensa de los derechos de todos los ciudadanos que se vean involucrados en ellos. Es un control para posibles excesos en que pueda incurrir la Policía y es una ventana para que, quienes se vean afectados, puedan denunciar en tiempo real cualquier exceso. Y también para dar su apoyo, (como ha ocurrido en todos los operativos realizados). Entonces si ello es así, comentarios de este tipo es como el dicho de “palos porque bogas y palos porque no bogas”.

El periodista termina su artículo, (muy breve por cierto ya que el mismo está salpicado con citas de su libro PEPE coloquios), haciendo una referencia a una “onda brasilera que agarró el Ministerio del Interior... que para mostrar eficacia... dejan de lado, algunos valores fundamentales”.

Puede estar tranquilo que seguimos siendo de izquierda y no vamos a abandonar ningún valor.

Vaya dicho en fraternal coloquio...

el hombre se bajó tranquilo del ómnibus,
esta vez era el perro el que lo estaba esperando...  

miércoles, 27 de abril de 2011

Primeros en informar, pero… ¿a quién?

Publicado en La ONDA digital

El reloj marca que aún no es la hora del informativo del mediodía, pero la primicia manda y entonces el movilero policial estrella pide aire; la primicia quema, hay que ser primeros y él, estaba primero. Llegó antes que la Policía, varias horas antes. Tenía el dato preciso, la noticia no espera. Se le incendiaba el micrófono en la mano. Mandan un plano semi abierto que permite identificar la calle, (Cno. Carrasco, a la altura de la Cruz de Carrasco). Eran las 12:57 y con 50 años recién cumplidos, ese canal demostraba como se hacía para frustrar una medida judicial que sería instrumentada en un operativo policial de cierta magnitud.

Con casi una hora de diferencia -pero también previo al operativo policial- otro canal pulsea la noticia alertado por aquel competidor de cinco décadas. Apremiado por haber perdido la “primicia” y esta vez con un plano perpendicular al del otro medio, termina por develar el lugar exacto del “mega operativo”, (la calle Oncativo es claramente identificada). Si los delincuentes -objetivo cierto del procedimiento- no se habían enterado una hora antes, ahora lo hacían por el otro medio que sumó sus ondas para advertir a quienes -quedaría demostrado luego- les sirvió el anuncio.

En momentos en que se reclama -en diferentes ámbitos- la intervención policial, se dan este tipo de acciones que desestimulan y atentan contra el trabajo silencioso de las fuerzas encargadas de la seguridad pública. ¿Acaso piensan que planificar esta clase de operativos es cuestión de horas? Esto lleva semanas de planificación, meses de denuncias de vecinos, horas de trabajo y coordinación de múltiples actores que desembocan luego en un trabajo conjunto que procura devolver la seguridad a aquellos rincones de la ciudad en los que el delito fue ganando terreno.

¿A quién le interesa la primicia consistente en pre-anunciar un operativo policial? Seguramente a quienes delinquen, pues con el aviso tienen tiempo suficiente para eludir la acción que luego se concreta. Al ciudadano de bien, al trabajador, al vecino, seguramente le interese mucho más conocer que la medida se realizó siendo efectiva y no estéril, como resultó ser el reciente operativo de Cno. Carrasco y Oncativo. Vivir estos operativos como si se tratara de un “reality” no parece ser lo más indicado en términos de seguridad ciudadana. En la carrera por el rating esta vez perdimos todos, y muchos más perdieron los medios que pulsearon en la contienda pues fue unánime la condena que se hizo del preanuncio, derribando los límites de la información cuando esta encierra intereses superiores.

Por otra parte -y en términos de hilvanar hipótesis- uno podría preguntarse si no existe conexión entre quien difunde la noticia (periodista en cuestión) y el delincuente que recibe el mensaje que advierte que están tras sus pasos. Sería una coartada casi perfecta para un periodista policial, que necesita que su principal proveedor de eventos noticiosos esté libre para seguir contando con insumos para sus coberturas. Claro que olvida que con ello incurriría en una figura delictiva como encubridor o colaborador de un delincuente. Sí, ya sé... a esta altura seguramente usted dirá que estoy delirando pero a la luz de los hechos ocurridos últimamente, todo es posible en el Uruguay de hoy.*

Sumado a esto -que fue un hecho puntual condenable por la mayoría de la población- se escuchan voces que condenan el accionar de la Policía. La oposición anuncia un llamado al Ministro del Interior para que explique la medida y los alcances de la misma. Una explicación que por obvia parece más un ejercicio político de poco fuste, frente a lo que surge evidente en la percepción y lectura que hace la población, de estos operativos. Pero claro, la oposición no parece escuchar a la opinión pública y pretende enfocar el tema en posibles o presuntos excesos de la Policía.

Debe saberse que los operativos no se hacen de espaldas a los medios ni a la población sino todo lo contrario. Por supuesto que hay un tiempo informativo que es preservado en virtud de tratarse de información sensible que, de no respetarse, frustraría la movida como ocurrió -parcialmente- en el operativo de Carrasco Norte. Pero el Ministerio del Interior y la propia Policía, manejan el tema con criterio informativo, pero lo hacen cuando están dadas las condiciones para ello. Una vez asegurado el perímetro donde se realicen, se da noticia a los medios para que documenten y registren cada proceso, siendo una garantía para todos quienes participan y pudieren verse afectados en sus derechos.

Si esto es así, (y quedó demostrado desde el primer operativo en Chacarita de los Padres), ¿qué objetivo persiguió el periodista y el medio que lanzó al aire la noticia? Seguramente esa lucha por ser el primero en informar les jugó una mala pasada equivocando el camino.

Ojalá pronto estos procedimientos no sean noticia, no porque se sigan produciendo sino precisamente porque ya no sean necesarios. Mientras tanto, la seguridad pública seguirá siendo afianzada y defendida para propiciar con ello el normal desarrollo de la vida en sociedad.


el hombre quería volver a tomar mate en el jardín,
el perro quería volver a la plaza ...

*Culminada esta nota se produjo la liberación del menor apodado El Talibán, en una operación comando cuando era trasladado de un hogar a otro del INAU, sin custodia policial; hecho que confirma que, lamentablemente, toda hipótesis es posible en el Uruguay de hoy.

lunes, 18 de abril de 2011

La idiotez tiene cara de hincha


Publicado en La ONDA digital

Esperamos mucho tiempo para poder disfrutar del fútbol uruguayo como lo estamos haciendo ahora. Personalmente recuerdo la desilusión que viví aquel mundial de 1974 cuando ya sufríamos la eliminación y Ricardo Pavoni marcó el gol que nos permitió estirar las esperanzas hasta el próximo partido en que definitivamente fuimos eliminados.

Después vinieron las desastrosas campañas de 1978 y 1982 en que padecimos la humillante eliminación que nos alejó de los mundiales. Y así pasamos nuestra infancia y adolescencia, sin ver a la otrora gloriosa casaca color cielo, compartir la mayor fiesta del fútbol mundial. Luego, ya crecidos, pudimos estar en México 1986, Italia 1990 hasta pasar nuevamente por la denigrante eliminación de los mundiales de USA 1994 y Francia 1998, para estar nuevamente en Seúl y Korea 2002. Pero nuevamente somos eliminados para Alemania 2006 hasta que llega el glorioso 2010, justo cuando uno ya está doblando el codo de la vida. Aún así, lo vivimos como si tuviéramos 12 años...

Vaya esta introducción mundialista para argumentar que la pasión de sentirse hincha no tiene edad y si bien es cierto que nos volvemos un poco idiotas en la circunstancia, es lindo hacerlo con el sentido de disfrutar la simpatía por un equipo en particular (en mi caso el equipo de todos está por encima siempre).

En momentos de escribir esta columna, se suceden hechos inexplicables. Una mega bandera es promocionada por el Club Atlético Peñarol para batir un Récord Guiness. Justo en el Uruguay de los récords, (tuvimos el asado más grande del mundo, la torta frita más grande del mundo, el programa de deportes más antiguo con Estadio Uno y Julio Sánchez Padilla a la cabeza, entre otros), se impone otro récord que es bienvenido por la mitad del país (no entro en eso de mitades más uno ni menos uno). Bienvenida sea la idea que focaliza esfuerzo de gente a la que muchas veces criticamos por violentos y desencajados, pero que ahora se entregan por una tarea mancomunada que los distingue. No debería importarnos –a los uruguayos- que sea tal o cual equipo, basta con que sea un equipo uruguayo, por lo menos en mi caso me alcanza.

Surgen entonces inexplicables reacciones al hecho y acusaciones cruzadas en forma virtual (y no tanto, pues aparecieron pintadas en el Estadio Centenario y en el Parque Central), que nada bueno presagia, sino que saca fuera lo que nadie -bien intencionado- quiere que ocurra.

Sepamos disfrutar de los éxitos deportivos de los rivales tanto como de los nuestros, tengamos la lucidez necesaria para saber que el crecimiento de uno lleva –inexorablemente- a que el otro se esfuerce por hacer algo mejor y en ese esfuerzo se potencia y crece también. En definitiva, que si a Peñarol se le ocurrió hacer la bandera más grande, felicitemos la iniciativa, apoyemos el esfuerzo colectivo en algo que nos debe enorgullecer a todos en tanto uruguayos. No abonemos sentimientos de envidia que solo contaminan y empequeñecen lo mucho que se puede hacer para seguir creciendo como colectivo social.

El fútbol es una expresión de la sociedad y últimamente se han incrementado ciertos aspectos negativos que queremos erradicar definitivamente. No dejemos lugar alguno a ese tipo de actitudes y aplaudamos un récord uruguayo más. La idiotez tiene cara de hincha pero en puridad es una máscara que usan los mediocres que no saben apreciar en los desafíos, a las posibilidades de crecimiento.

Felicitaciones a todos los hinchas aurinegros* por su bandera, con sincero respeto tricolor.

el hombre se perdió bajo la bandera,
el perro emitió un tricolor ladrido ...

*Al día siguiente de la espectacular presentación, tengo que hacer una reflexión negativa a quienes siendo parte de la fiesta, la empañaron al emprenderla a pedradas contra la hinchada visitante (un hurto de una bandera de Peñarol dicen que fue el detonante; finalmente fue devuelta y se recobró la calma). Por si eso fuera poco, al replegarse la mega bandera, afloraron banderas de Nacional y una de Gremio en medio de la Amsterdan, que fueron introducidas, (se supone), dentro de la súper bandera, vulnerando la buena fe de las autoridades que permitieron el ingreso de semejante elemento que era un imposible inspeccionar en su totalidad.  Son esos gestos los que hay que desterrar, esos “trofeos de guerra” (¿?) que solo abonan a distanciar de la peor manera a quienes debieran diferenciarse solamente en el aliento deportivo de su equipo sin pretender protagonismos negativos como el que referimos. Ese es el punto que debemos trabajar y mucho, justo cuando parecía que empezábamos a avanzar nos damos cuenta que retrocedimos varios casilleros.
Por suerte la celeste sigue uniendo que si no...

sábado, 9 de abril de 2011

Ese cura nos emocionó a todos. Chau, Gabriel*.



Publicado en La ONDA digital

Un cura militante de izquierda es noticia por su trayectoria registrada en un libro de reciente aparición. Libro que relata –brevemente- una parte de su rica historia de vida. De lo mucho que tiene para recoger esa semblanza de vida en caracteres de molde, la prensa sensacionalista solo recoge lo que vende al momento de su reseña. Una serie de afirmaciones sacadas de contexto que, a más de 40 años de emitidas, son un contrasentido sobredimensionar. Sin embargo es lo único que rescatan los cronistas de dicha obra.

Al cura en cuestión – Padre Uberfil Monzón- lo conocemos desde hace tiempo. Rescatamos su vida misma dedicada a los más humildes; su entrega sin medida por devolver dignidad a los más necesitados; su vida austera, sin lujos, sin ostentaciones.

Realizó una impresionante tarea al frente del INDA, un organismo que venía signado por la corrupción más insana que se pueda imaginar. Esa que lucra con los más necesitados. Allí puso la administración en orden junto a un grupo de colaboradores que no le fallaron, y con esa tranquilidad que le dio el resultado ordenado de la administración del organismo, pudo dedicarse a pergeñar la idea maravillosa de los Espacios INDA. Lugares de recreación y merienda para los niños más carenciados, esos que pudimos ver llegando a los mismos portando sus vasitos para tomar la leche junto a un refuerzo de pan con dulce.

A ese mismo cura al que hoy cuestionan, le habían negado la posibilidad de celebrar la eucaristía merced al ejercicio de un cargo político como el que tuvo al frente del INDA. Hoy ha recuperado su condición de sacerdote compartiéndola con la Presidencia Honoraria del Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados, desde donde sigue brindando su vocación misionera mirando al prójimo con ansias de recuperarlo para devolverlo como un hombre nuevo a la sociedad. Semejante vocación de servicio se merece más respeto por parte de quienes pretenden –al realizar esas apreciaciones que hoy cuestionan- menoscabar su inmensa figura. Sacar de contexto lo que dijo hace cuatro décadas, no parece una forma correcta de interpretar sus dichos.

Hoy, ese cura, nos emocionó a todos.
Con una voz calmada, hasta con un tono de in disimulada felicidad, nos relató el momento en que despidió a su madre, en estado de coma, junto a sus hermanos. “La rueda era amplia, nuestra familia, numerosa. Mi madre yacía postrada y con una respiración cada vez más pausada. En un momento de extraña y consagrada sensación, se oyó su voz que nos reprochaba que hubiera vuelto de un lugar bonito y florido. Nos reprochaba estar aún en esta vida siendo que había visto la luz de Dios. Unos instantes después, murió”.

"Nacemos para morir y morimos para nacer" - reflexionó este cura. Y continuó diciendo que nos resistimos a dejar partir a nuestros seres queridos, a nuestros padres, hermanos y a nuestros amigos. No tomamos conciencia que solo despedimos un cuerpo que ya pasó el umbral para estar junto a Dios.

Dijo esto y rezó. Junto a él lo hicimos también los privilegiados acompañantes que pudimos apreciar la inmensidad de un cura que nos demostró en unos minutos la razón de la vida misma. Un camino inexorable por el cual debemos transitar todos. Un camino que queda abonado por la vida militante de quien nos deja su legado para seguir construyendo la utopía.

Sus consagradas manos se posaron en la frente del compañero y con un simple “Chau, Gabriel*”, nos despedimos todos.

el hombre rezó en silencio,
esta vez el perro no ladró...



*Hasta siempre, Compañero Gabriel Castellá

jueves, 7 de abril de 2011

No más víctimas ni victimarios


Publicado en La ONDA digital

Un ciudadano común, un trabajador, un padre de familia, está privado de su libertad. Su delito fue defender su familia, su hogar y sus bienes, de un delincuente.

Un hijo, un hermano, un joven uruguayo, está muerto. Había muerto algunos años antes, lo había empezado a matar la droga. Ese miserable que vino a robarse lo mejor de nuestra sociedad y que hoy nos deja dos víctimas, uno preso y el otro muerto.

La indignación ganó la calle, ganó al barrio. Los vecinos reclaman justicia y la inmediata libertad del vecino que solo defendió su hogar de quien le estaba robando. Pero la Justicia es ciega, no ve caras ni corazones, solo hechos objetivos sobre los que dictar un veredicto.

Por otra parte también se agravian e indignan los que lloran al delincuente (ese hijo, hermano y amigo que un día probó el veneno y selló su sentencia de muerte), y atentaron contra la camioneta de ese padre, trabajador y vecino, prendiéndola fuego. ¿Que pasó en el Uruguay? ¿Adónde fueron a parar los valores mínimos de convivencia? Hubiera sido más digno para honrar la memoria del fallecido otra actitud y no esta. Llorarlo en silencio, aceptando la culpa por no haber hecho nada para apartarlo del camino que había elegido, hubiera sido una respuesta por lo menos aceptable, que hiciera recapacitar a todos -en tanto responsables- por dejar que ocurran estas cosas. Sin embargo se la toman contra quien no tiene culpa alguna, siendo también víctima de una situación que seguramente no propició y menos evaluó -dadas las circunstancias del momento- las consecuencias que tendría su acto de defensa.

Ahora surgen voces encontradas de uno y otro lado. Pareciera que olvidáramos que el objetivo es uno solo y que no hay víctimas ni victimarios. Todos padecemos los errores de un sistema que nos merecemos cambiar. Terminemos con la hipocresía y el oportunismo. No utilicemos estos hechos para conseguir el voto fácil. No es solución considerar imputables a uruguayos más jóvenes, sino apostar a su educación. No dejarlos solos y acompañarlos en el crecimiento para que no se “tuerzan” y ocurran hechos como el que nos ocupa en esta nota.

De nada vale llorar sobre la leche derramada, si no apagamos el fuego a tiempo para que eso no ocurriera. A cada uno le cabe su cuota parte de responsabilidad. Cada uno de nosotros somos culpables por cada día de privación de libertad de ese mecánico; cada uno de nosotros llevaremos la culpa por la muerte de ese chico devenido en delincuente. Y lo somos por la sencilla razón de mirar para un costado cada vez que nos enfrentamos a un caso similar y nada hacemos. Somos responsables cada uno de nosotros que seguimos abonando a la cadena del delito y acudimos a una feria vecinal (en el mejor de los casos) para adquirir un producto a un precio vil, que solo se justifica por su ilegal procedencia.

Si cortamos los eslabones la cadena se rompe y la actividad deja de ser atractiva. Si el delito aumenta es porque hay un mercado que lo respalda y lo hace redituable. Si empezamos cada uno a cortar esos eslabones, seguramente terminarían aislándose quienes viven de ese comercio y dejaría de ser rentable.

No queremos más ciudadanos de bien presos, no queremos más gurises muertos por nada. No queremos más víctimas ni victimarios.


el hombre guardó silencio,
el perro lo acompañó.

* Columnista uruguayo

LA ONDA® DIGITAL

viernes, 1 de abril de 2011

Estado actual: valores en fuga

Publicado en La ONDA digital

No todo está perdido... ¿No?

El pasado 11 de marzo, un fenómeno natural destruyó varias ciudades en Japón. La naturaleza parece tomarse cruel revancha a tanta agresión humana. Sin embargo, el pueblo nipón -aún en la desgracia- demuestra su dignidad respondiendo a la adversidad con disciplinada solidaridad, que es seguramente, su principal herramienta para minimizar daños.

Seguramente muchos dirán que compararnos con Japón es demasiado. Seguramente sean los mismos que soñaron con ser Campeones del Mundo hace muy poco y que se convencieron que era posible darle lucha a quien fuera. Entonces, ¿por qué no podemos hacer esa comparación? En este punto no es un tema de riquezas... o quizás sí.

Uruguay fue durante mucho tiempo un país muy rico. Una riqueza intangible de la que solíamos hacer ostentación y que por décadas fuimos perdiendo para estar en este estado de situación que hoy padecemos. La vieja “Tacita de Plata” no era solo un lugar de oportunidades sino una fuente inagotable de talentos, producto de avanzados emprendedores que nos dejaron su impronta para ejemplo del mundo. La educación laica, gratuita y obligatoria, fue la razón de un país adelantado en la región que supo hacer gala de su desarrollo intelectual para asombro mundial.

Sin embargo hoy sufrimos un deterioro educativo que se traduce no solo en el nivel obtenido en pruebas que son referencia a nivel internacional, sino en el día a día y en situaciones que no pensábamos podían ocurrir. Un deterioro que menoscaba la consolidación de valores intrínsecos a la sociedad uruguaya que no se resigna a lamentar la pérdida sin hacer algo al respecto.

Valores como la solidaridad; el respeto a la autoridad (no sumisión sino respeto); el trabajo como instrumento para el desarrollo personal; el sano disfrute recreativo; parecen ser cosa del pasado. Sin embargo, los uruguayos nos resistimos a ello y nos empeñamos en recuperar lo que se perdió. No será tarea fácil, pero el resultado alienta a hacer el esfuerzo.

Tristemente vivimos un deterioro de valores al punto de asistir por estos días a escenas de vandalismo en la desgracia, como el caso de un reciente incendio de proporciones (que obligó a evacuar preventivamente una cuadra de vecinos en el barrio Villa Española), y donde se registraron intentos de hurto a quienes protegían sus bienes sacándolos a la vía pública.
Más allá de las distancias, ¡qué lejos de Japón estamos!

Otro hecho: un simple partido de fútbol -un juego, una ocasión para distenderse que inventó el ser humano- devino en nuestro país en eventos utilizados por verdaderas tribus urbanas para manifestar sus peores rasgos y desnaturalizar el sentido mismo de la actividad deportiva.

En el mismo -y triste sentido- una compañera de trabajo me relató algo que me impactó. Una maestra de una escuela de las llamadas de “contexto crítico” (ubicada en una zona complicada en lo que a seguridad se refiere), le relataba la razón del ausentismo escolar que padece en la misma. Muchas veces los chicos no van a clase. Cierto día se le ocurrió consultar la razón de la ausencia de un chico y los compañeros le respondieron que lo que ocurría era que “fulano” acompaña al padre (¿?) “porque le está enseñando a punguear” (sic). (Y los jueces entregan a los menores infractores a sus “responsables”. Seguramente para que sigan con sus clases parentales. Es el mundo del revés!).

Hace también pocos días, se produjo el asesinato de un policía por la sencilla razón de su condición de tal. No se lo quería en el barrio. Quienes lo rechazaban manejan otros códigos, manejan otras reglas, y pretendieron -con su acción- alejarlo de su entorno. Un entorno que el agente fallecido pretendía cambiar porque allí vivía con su familia; porque el barrio merece volver a ser lo que era; porque hay muchos vecinos que también lo quieren y no se resignan a su destrucción y porque quieren un mejor lugar para sus hijos.

En su entierro, un familiar dijo significativas palabras que se dimensionan desde el dolor de quien las pronunciaba. “Un eslabón de la cadena se rompió con esta muerte injusta y es deber nuestro, como padres, repararlo... Cuando un hijo se tuerce, hay que enderezarlo para que no contribuya con sus actos a romper otros eslabones”. Los valores se cultivan en el seno de la familia y debemos ser conscientes de ese deber pues nos va la vida en ello.

No podemos permitir más fugas de valores.
No será tarea sencilla, (los uruguayos sabemos de eso), pero no hay más tiempo para excusas.


el hombre le hablaba al hijo,
mientras el perro cuidaba su cachorro