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martes, 24 de agosto de 2021

Botijeando al Presidente…

Fuente imagen: anónimo 
Es el artífice de la ingeniería política que permitió el surgimiento de esta coalición multicolor que nos gobierna. Nadie se puede asombrar ahora de su directa participación en los últimos hechos políticos que terminaron con la renuncia y nombramiento del titular de la cartera de Turismo. La Torre Ejecutiva cedió espacio a una sede alternativa en Punta Carretas, domicilio del ex Presidente colorado. Resulta extraño que Lacalle Pou haya permitido semejante “botijeo”, (porque fue eso ni más ni menos), todo este sainete de la salida de Cardoso del Ministerio de Turismo y el posterior nombramiento de Tabaré Viera como su sustituto. Jamás debió permitir que tal designación sorteara la institucionalidad que le pertenece legítimamente tras el acto electoral que lo invistió como Presidente de la República. Tamaño acto de informalidad habla de una degradación institucional que para nada beneficia la figura del primer mandatario sino que lo relega a un segundo plano donde solo le queda la ratificación de una designación que debió ser formalmente suya. Flaco favor le hizo a su figura –en caída sostenida en las últimas encuestas- esta delegación de autoridad que lejos de fortalecerlo lo debilita ante la opinión pública y sus socios, que ven al viejo líder colorado como el titiritero de esta compañía multicolor que nos gobierna.

Mr. Chasman es colorado

Los rioplatenses recordamos a Mr. Chasman, un ventrílocuo argentino que hacía gala no solo de sus dotes como tal sino de un humor lleno de sarcasmo y doble sentido, que no necesitaba apelar a la grosería para hacernos reír a grandes y chicos. Mientras sostenía un cigarrillo entre sus labios, daba vida a Chirolita para deleite de todos. A tal punto que nos hacía olvidar que detrás de ese muñeco estaba la mano, (y la voz), oculta de su creador e intérprete.

Algo parecido estamos asistiendo hoy en la política uruguaya, donde muy a pesar suyo, el Presidente Lacalle cedió terreno al autor intelectual de esta obra de ingeniería política que desembocó en la coalición multicolor. Digo a pesar suyo porque vaya si el Presidente ha querido dar la impresión de ser el único que manda, a tal punto que mantiene reuniones bilaterales con sus Secretarios de Estado en sustitución del Consejo de Ministros, de manera de tener todo el protagonismo de la gestión.

Seguramente su intención fue otra, pretendiendo que todo el costo político de una gestión sospechada de gruesas irregularidades en la cartera de Turismo, lo asumiera el Partido Colorado. Pero si bien esa pudo ser su jugada, debió advertir que la misma tenía implícito un efecto rebote asociado a una arriesgada delegación de atribuciones que son exclusivas del Presidente de la República y de nadie más. Mucho menos de un líder retirado, por más que fuera el Secretario General del partido socio de gobierno. Nada lo legitima para ello, y la señal que se da es la de una delegación de atribuciones que debilita la figura del Presidente de la República. 

Para un viejo lobo de la política uruguaya, el “affaire Cardoso”, lejos de ser un caso vergonzante, le dio una inesperada oportunidad y un protagonismo que seguramente no esperaba. Vaya si Sanguinetti adivinó la intención presidencial de tirarle todo el costo político pero, ni lerdo ni perezoso, aprovechó la ocasión para ungirse –aunque sea por un ratito- como Presidente “de facto”, y terminar haciendo una designación que por derecho solo le corresponde al Presidente en ejercicio. Eso, que puede verse como una señal de cortesía política, termina degradando la figura Presidencial y a la propia institucionalidad uruguaya.

El tiro le salió, por lo menos, desviado, y el Presidente lo sabe. Este inusual tratamiento que le permitió al viejo líder colorado, es una cuenta que seguramente se cobre en el futuro, porque esta lectura que hacemos no le es ajena, por cierto.

La designación de un Ministro es un acto indelegable, que por más que la formalidad finalmente se cumpla, el hecho político que queda en la opinión pública es que no fue el Presidente sino un socio de la coalición el que hizo una designación que debió hacer el Presidente. Eso en mi barrio se llama “botijeo”.

El padre de la criatura

La coalición multicolor fue una creación de Julio María Sanguinetti, alguien que leyó muy bien la realidad política uruguaya y vislumbró la única posibilidad de arrebatarle el cuarto gobierno al Frente Amplio con la construcción de una coalición de 5 partidos para lograrlo. Así nació la Coalición Multicolor, y la figura del Luis Lacalle era la indicada para hacer de esa construcción política, la cara visible que concretara el engendro. Tras la primera vuelta, y con las cartas a la vista, solo faltaba definir un acuerdo básico que permitiera ir a la segunda ronda conservando el caudal electoral para llegar al gobierno. Las mayorías ya estaban aseguradas.

Con una segunda vuelta donde ganó por un estrechísimo margen de votos, aquella obra ideada por el viejo líder colorado tendría su consagración final. Y la frutilla de la torta se la daría luego –increíblemente- un outsider de la política como Ernesto Talvi, quien siendo ganador absoluto de la interna colorada, eligió ser Ministro antes que Senador, cediendo la Secretaría General del Partido Colorado a Julio María, y –también- consagrando lo que fue luego una lógica consecuencia, su retiro de la política. Esa misma política a la que no supo entender nunca y en la que cometió el infeliz error de ceder lo que había ganado por derecho propio a un viejo líder político que si algo aprendió y sabe bien, es a manejar los hilos del poder.

Así estamos, viviendo una realidad política complicada donde la coalición de gobierno enfrenta varios frentes y tiene este tipo de episodios con protagonistas que lejos de estar fuera de todo combate, “botijean” al Presidente…

el hombre intentaba entender,
el perro intentaba ladrar…


1 comentario:

  1. Impecable visión de la realidad. Tal vez faltó agregar un pequeño detalle: la LUC.
    Resulta evidente que su existencia e implementación han sido elucubraciones de Sanguinetti, experto en crear leyes para soslayar, eludir y pasar por alto aspectos legales impuestos en nuestra Constitución. Esa ha sido la impronta de toda su vida, hacerle trampas a la ley vigente con seudo leyes cuya legalidad es discutible. Sanguinetti, el cáncer uruguayo de entre siglos.

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