Fuente imagen: La Diaria |
Prisionero de sus palabras
Pertinazmente salen varios operadores políticos del gobierno a matrizar la idea de que el Frente Amplio abona a la propagación de la pandemia promoviendo marchas y tamborileadas. Semejante falacia no deja de hacer ruido y así la repiten en cuanta oportunidad pueden. Tienen muy aceitada la práctica de repetir mil veces una mentira de manera de instalar un relato falaz que termina siendo asumido como real por muchos de sus simpatizantes. Esos que no chequean la información ni se nutren de insumos que respalden lo dicho por sus referentes, asumiendo que lo dicho por ellos -en razón de sus investiduras- es lo real. Pero una mentira podrá ser repetida, no mil sino millones de veces, que nunca se convertirá en una verdad porque seguirá siendo mentira.
Pero en este estado de situación que atravesamos, con las sensibilidades a flor de piel impregnadas por las crónicas de muertes en aumento a causa del virus, es un contrasentido que demos argumentos que abonen a esas mentiras pues terminan dándole un viso de verosimilitud que no se corresponde con la realidad. Es decir, alimentamos la mentira impuesta dejando en absoluta indefensión a los cientos de miles de frenteamplistas que defendemos la salud de todos y cada uno de los uruguayos como si fuera la propia.
En las últimas horas, el hoy ex Secretario Político del FA - Rafael Michelini- en nota con la revista Caras y Caretas, deslizó una expresión infeliz para justificar la sensata solicitud de prórroga de plazo para la recolección de firmas contra 135 artículos de la LUC. La cita -textual- que luce en la entrevista reza:
"Si no hay ampliación de plazo, nosotros vamos a ir a juntar firmas a los barrios y nos aglomeraremos. Actuará la Policía, nos pondrán presos(…) Si no nos apoyan, vamos a salir a los barrios y aglomerarnos…"
Uno podría pensar que lo dijo con una intención diferente a la de promover las aglomeraciones como forma de fomentar el contagio, lo descontamos plenamente, pero lejos de rectificarlo posteriormente (lo cual hubiera enmendado una declaración poco feliz), lo ratificó quedando prisionero de sus dichos. De sus infelices dichos. Porque fueron infelices, inadecuados, en momentos que el país registra récords de muertes diarias por un virus que pasó a ser la principal causa de muerte de los uruguayos por encima de las afecciones cardiovasculares. Además, no lo dijo un ex Senador de la República, ni el hijo de Zelmar Michelini, lo dijo el Secretario Político del Frente Amplio. Obvio que sus expresiones tendrían repercusiones políticas y que serían usadas en contra de su fuerza política. Por eso es que lejos de un linchamiento, creo que fue correcta la decisión -tomada de común acuerdo- de cesarlo en su función, más aún cuando no hubo una rectificación que pusiera las cosas en su justo lugar: el Frente Amplio NO promueve aglomeraciones en este contexto de pandemia descontrolada que sufre el país.
Derogar esos artículos de la LUC son una causa nacional para sus promotores (que son muchos más que el propio Frente Amplio), pero en cuestiones de salud pública no vale todo y menos en este contexto de crecimiento absolutamente descontrolado que nos ubica en el primer lugar mundial, un lugar que no quisimos ni queremos para destaque de este rincón del sur americano.
Claro que falta empatía a un gobierno al que la soberbia le cobrará en algún momento su postura, y seguramente debamos aceptar la negativa a una prórroga por demás justa por la sencilla razón de no tener los votos suficientes para torcer la decisión. Son los costos de haber perdido el gobierno, un gobierno que pensaba en los más débiles y no en la protección de los malla oro.
Como parte de "los abajo" no deja de molestarme la incómoda posición que asumimos hoy como oposición, estamos inmovilizados por una estructura pesada, cuyas decisiones se dilatan al influjo de una organización que sigue sumando grupos y satelizando la toma de decisiones que desnaturalizan la verdadera representatividad del colectivo. La pandemia hizo estragos también en este aspecto, nos ha distanciado, alejado de los compañeros, impuesto nuevas formas de relacionamiento que no siempre son las más idóneas ni las más útiles. Mucho más cuando es un mensaje de texto -a veces- el único intercambio, donde no existen énfasis o se mal interpretan intenciones. Algo que el cara a cara corregía de inmediato.
Por todas esas razones es que entiendo que hay un abajo que se mueve y empuja cada vez con mayor énfasis a encarar el rol de oposición con otra presencia y madurez. La excesiva dilación del proceso de autocrítica, el desgaste de una Presidencia que tiene fecha de vencimiento asegurada, una estructura que sigue sumando grupos y fraccionando la toma de decisiones, son algunas de las razones que creo nos ponen en esta disyuntiva que debemos enfrentar y revertir en el corto plazo si es que queremos ser alternativa.
Los pronósticos no son alentadores, todo indica que nos dejarán un país mucho peor al que recibieron. Tendrán y pondrán a la pandemia como excusa, pero será tarea principal del Frente Amplio saber explicar que si bien tuvo su impacto negativo no todo se explica por el virus y que la libertad por más responsable que sea, nunca sustituye al poncho de los pobres, el Estado.
En el Frente Amplio el arriba también está nervioso, nervios producto de una transición natural en que necesariamente deberán tomar la posta nuevas figuras que atraviesan un proceso de precipitada maduración. No hay mucho tiempo para perder, porque el abajo frenteamplista está moviéndose y exigiendo respuestas.
En cuanto al gobierno, las encuestas le dan bien -por ahora- aunque tengamos nuestras dudas sobre la veracidad de sus resultados, pero se les nota, (también), cada vez más nerviosos. El Presidente pierde la compostura cuando le interrogan sobre la propuesta de un diálogo nacional, pero termina cediendo (a la luz de los muertos diarios por covid) a instalar una comisión de seguimiento como ámbito experimental de ese diálogo. Surgen inexplicables inconsistencias a la hora de aportar los datos diarios que arroja el Covid-19. Récord de muertos y casos positivos que -además- se reportan tardíamente, dan señales de intranquilidad a la hora de comunicar y dejan la sensación de poca transparencia o negligencia nada menos que en el registro de datos tan sensibles como esos.
Están nerviosos, tienen sobrados motivos para estarlo, el abajo se empieza a mover…
el hombre tomó una pastilla,
el perro daba vueltas en su casilla…
Brillante análisis. Debería comunicarse ampliamente. Yo, ansioso por naturaleza, necesitaba entender algunas cosas de la dirigencia que acá se me explican claramente. Y hay muchos como yo a los que se les debería hacer llegar.
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