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lunes, 23 de marzo de 2020

Sin soberbia

Fuente imagen: blog de Isabel Chirino
Uruguay ingresa en una semana crucial donde se cumplirá el período ventana desde el primer caso detectado de COVID-19. Al vector “Carmela” ya lo hacen responsable de un altísimo porcentaje de los casos positivos a lo que se suma el supuesto incumplimiento de la principal involucrada en la violación de la cuarentena impuesta, que está en curso judicial. En los últimos días se alzaron voces de los colectivos médicos a las que se sumaron las del propio Ministro de Salud Pública (¿renunciante?) y del ex Presidente Vázquez, llamando a la necesaria cuarentena general para mitigar los efectos futuros de la pandemia en nuestra población. Es cierto que “los motores del país deben continuar encendidos”, pero también es aconsejable escuchar la opinión de todos para poder vencer –también entre todos- a este enemigo invisible que ya está entre nosotros. Un poco de empatía no vendría nada mal…

Necesario acuerdo nacional

No siempre aplica la frase #yonolosvote, y menos en situaciones como las que vivimos hoy. No importa eso -al menos para mí- en este caso en que los uruguayos enfrentamos una pandemia de escala global que no le pregunta a quien votó cada uno para instalarse en su cuerpo sin pedir permiso. No es por ahí la cosa.

Este gobierno también es mi gobierno en tanto vivo en esta casa llamada Uruguay. Intenté que fuera otro pero perdí en justa ley donde el soberano se expresó –por escaso margen, es cierto- y eligió a quien nos representaría por el próximo lustro. Hoy el tema pasa por otro lado y es por entender (de ambos lados, gobierno y oposición), que somos parte de un sistema que nos necesita juntos en circunstancias como estas. 

Pero esa necesidad de encarar unidos al común enemigo necesita de señales –de ambos lados- para que cuaje. Por eso es que no puede, no debe haber espacio para la soberbia. No debe haberla del lado del que ganó, que debe entender de una buena vez que no vale la caza de brujas que ha instalado en algunos sectores de la administración como si todos los funcionarios fueran frenteamplistas, o expresando en cuentas oficiales aspectos que no hacen a la comunicación pública, (arrobar a sus cuentas personales; o deslizar informaciones sin confirmar en contra de la pasada administración, por ejemplo). 

Tampoco corresponde –desde la oposición- ejercer un permanente negacionismo a cada una de las decisiones que toma el gobierno, en tanto debemos aceptar que ganó la elección y tiene el legítimo derecho de aplicar su programa de gobierno. 

Pero ni una cosa ni la otra se pretende explicar con esta columna, sino enfocarnos en el momento crucial que atravesamos en medio de la pandemia que tocó tierras orientales. Es momento de elevar la mira y entender la imperiosa necesidad de un gran acuerdo nacional que incluya –sin miedo a pedirlo- un consejo superior con los ex Presidentes que pueden y tienen mucho que aportar para salir de este brete. Negarse a la posibilidad de sumar toda esa experiencia en el arte de gobernar y sortear crisis (que vaya si tuvieron alguna Sanguinetti, Lacalle, Vázquez y Mujica), sería un error difícil de dimensionar en momentos como este.

Creo que una decisión de ese tipo lejos de debilitar aumentaría la estatura del mandatario de turno. De eso trata el sentir republicano también, de entender que un país se construye también con el aporte de todos los que nos antecedieron y que sería un tremendo error sustraerse a su experiencia para sobrellevar crisis de extrema gravedad como la que atravesamos hoy. 

A la humildad hay que sumarle empatía, actitud que nos permite ponernos en el lugar del otro. Por eso es que la tajante negativa a la consulta sobre la posibilidad de diferir los aumentos de las tarifas públicas mostró una carencia absoluta de esa cualidad. Nadie pide que no se adecuen las tarifas llegado el momento, pero hacerlo cuando hay otras alternativas posibles en época de crisis parece un acto caprichoso y falto de toda empatía. No importa quien dejó el país con el mayor nivel de reservas de su historia, importa que ese nivel existe y está para usarlo en situaciones críticas como estas, por ejemplo. Un país más pequeño y con menos de la mitad del PBI que el nuestro -El Salvador-, con 5 veces menos de reservas, definió medidas de aplazamiento de impuestos por 3 meses!! 

Se vienen días muy difíciles, sin dudas, no obstante ello con serenidad, sin alarmismo, pero con mucha responsabilidad, debemos apelar a una conducta gregaria sin contacto. Es decir, a la solidaria actitud de cada uno pensando en el otro, aceptando las recomendaciones de aislamiento –la única vacuna por el momento para combatir al virus- y restringir al máximo nuestras actividades públicas. 

Por ello, necesitamos un gran acuerdo nacional que involucre a todos los sectores de nuestra sociedad civil organizada, que incluya a ese verdadero Tesoro Nacional viviente encarnado en la figura de los ex Presidentes junto al resto de las organizaciones y colectivos más representativos para enfrentar -TODOS JUNTOS- a este enemigo común.

Los aplausos se hacen sentir cada noche en agradecimiento a todo el personal de la salud que están en el frente de esta batalla; también las cacerolas (invisibles para los medios de comunicación) empiezan a escucharse -cada vez con mayor convocatoria- en un grito que implora, entre otras reivindicaciones, ser escuchado con urgencia. Dos caras audibles de un Uruguay que se desgasta y confronta en medio de la crisis. Por eso, es imperioso, urgente, apelar a un gran diálogo nacional que nos represente a todos sin excepciones. 

Sin soberbia, con humildad republicana, porque Uruguay -hoy- nos necesita juntos…

el hombre esperaba un gesto,
el perro -desde su casilla- también…

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