Páginas

jueves, 22 de agosto de 2013

Vergüenza ajena...

Fuente: blocjoanpi.blogspot.com
Se aprobó en diputados el proyecto de ley sobre la tenencia responsable de armas, ahora va al Senado donde se espera su rápida aprobación y por fin tengamos una ley que regule la tenencia responsable de armas de fuego. Algo que debiera contar con el apoyo de todos los partidos, en particular de los que hacen de la inseguridad su principal argumento, no ocurrió y el Partido Colorado se opuso a votarla. 

La vergüenza ajena nos invade sin pedir permiso...

Tener un arma de forma responsable

El proyecto no tiene por objetivo “desarmar a los honestos” como se esgrime panfletariamente desde tiendas coloradas. Y no lo tiene porque la propia ley se encarga de establecer los requisitos para tener un arma en forma legal y ajustada a la nueva normativa. No se trata de un mero desarme obligatorio sino de asignar responsabilidades a quienes quieran y deban -por su profesión o deporte- hacer uso de alguna.

Durante mucho tiempo se argumentó sobre la necesidad de atender la problemática de las armas de fuego, causa principal de pérdidas humanas según los relevamientos que lleva adelante el Observatorio sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior. El solo hecho de contar con un arma de fuego incrementa el riesgo de un resultado fatal no solo en episodios de violencia interpersonal espontánea, sino en casos donde la impericia juega su papel.

Hoy parece irresponsable estar en contra de una iniciativa como estas con argumentos como que la intención es desarmar a honestos, por cuanto ello no  es parte de la iniciativa. Salvo que, para ser honesto -según estos defensores- sea indispensable tener un arma en forma ilegal o antireglamentaria. Seguramente no sea el caso y otra vez la vergüenza sea ajena.

El Diputado de Vamos Uruguay, Fitzgerald Cantero, fue de los más críticos a esta iniciativa y expresó: “Nosotros creemos que estos mecanismos de prohibición logran tres cosas: convertir en delincuentes a miles de personas honestas que cumpliendo con todos los trámites legales tienen armas de fuego, fomentar la existencia de un mercado negro de armas y municiones sin ningún tipo de control y facilitarle el trabajo a los criminales al encargarle al Estado desarmar a sus potenciales víctimas” (fuente: 180.com.uy)

Seguramente el diputado no se escuche cuando habla y menos aún, se entienda a sí mismo, cuando afirma que: “se convierte en delincuentes a miles de personas honestas que cumpliendo con todos los trámites legales tienen armas de fuego...”. Por favor que alguien le explique al diputado que si las miles de personas son honestas, no son delincuentes y menos si a eso le suman el cumplir con los trámites legales para tener un arma. El contrasentido es tan grande que da risa la sola mención del dislate.

En segundo lugar habla del mercado negro de armas que -según expresa- fomenta la sanción de esta norma. Por favor que nos explique en qué parte de la norma aprobada se fomenta el mercado negro, por cuanto la ley persigue exactamente lo contrario al desestimular la tenencia ilegal de un arma. De aquí en más el solo hecho de contar con un arma sin tenerla en regla y formalmente denunciada, será un delito que, en el menor de los casos, ameritará el pago de una multa cuando no una pena mayor según la circunstancia.
El mercado negro que dice fomentar será penalmente perseguible, lo cual hasta hoy no era posible con otra sanción que la requisa del arma ilegal. Hoy se podrá configurar un delito y quien no justifique la tenencia de un arma conforme a los requisitos que dispone la ley, deberá responder ante la Justicia.

Además se tipifican los delitos de tráfico internacional y tráfico interno de armas, conductas no penalizadas hasta el presente, con lo cual existirán herramientas para combatir ese mercado negro que dicen se estimula con esta iniciativa. En verdad, será totalmente lo contrario.

Redobla la apuesta del disparate cuando atribuye al Estado la responsabilidad del desarme de las potenciales víctimas, con la promoción de esta ley. Falso de toda falsedad, por cuanto el Estado no promueve ningún desarme con esta norma sino que hace un llamado a la tenencia responsable de una.

Quien quiera y/o deba portar un arma de fuego deberá hacerlo conforme a ciertos requisitos que incluyen capacitación para el uso y manejo de un arma de fuego (las muertes que se producen por impericia en el manejo de las armas parecen no importarle al diputado).

Quizás la referencia sea a la campaña -en ciernes- Armas para la Vida, que el Ministerio del Interior tiene pronta a la espera de la promulgación de la ley. Una campaña que persigue el desarme voluntario ofreciendo un canje de armas de fuego por tablets o bicicletas (armas para la vida). Una iniciativa que contribuye a que quien desee deshacerse de un arma de fuego que lejos de representarle un beneficio es un riesgo para quien lo posee, lo haga cambiándola por un arma para el conocimiento (tablet) o para el ejercicio o el trabajo (bicicleta).

La vergüenza ajena que nos produjo escuchar estos pobres argumentos no hicieron más que reafirmarnos en lo correcto y acertado de una propuesta que tiene por finalidad promover el uso responsable de las armas en una sociedad a la que se intenta -por algunos- inocular el miedo como vacuna.

El uso inadecuado de un arma de fuego lleva -la mayoría de las veces- a resultados irreversibles que ninguno de estos defensores se hace cargo luego.

Pensar en el después es tarea de los gobernantes y de todos los que tienen alguna responsabilidad pública. Iniciativas como estas no pretenden otra cosa que reducir los índices de violencia instalados en una sociedad que no resiste más diagnósticos y espera resultados. Parece una obviedad pero hay que decirlo: reducir las armas de fuego en poder de la ciudadanía llevará a menguar la gravedad de los resultados, y si no hay un arma de fuego en la vuelta, seguramente los conflictos tendrán niveles de violencia menores o por lo menos tendrán menos chance de ser gravísimos.

¿Cúantas vidas se han perdido por impericia; cuántas se han perdido por un impulso desmedido de quien tuvo a su alcance un arma de fuego y en medio de su arrebato cometió un hecho que pudo evitarse? El día después no hay espacio para el arrepentimiento...

Me da vergüenza ajena que no se entienda que una sola vida basta para justificar una ley que pretende devolverle paz y convivencia a una sociedad que perdió su capacidad de diálogo para resolver conflictos y hoy apela a un arma para dirimirlos.

Me da vergüenza ajena escucharlos alentar el uso de armas de fuego por parte de la población civil y luego no verlos hacer frente a los resultados, como ocurrió cuando aquel padre de Carrasco mató accidentalmente a su hija pensando que “esa sombra dentro de la casa” era un delincuente.
Estaba armado por el miedo que le inculcaron, pero no salió ninguno a dar la cara el día después...

Me da vergüenza que se intente bastardear un tema que debiera contar con el mayor consenso político, haciendo honor a aquel acuerdo que hizo de la seguridad pública una cuestión de Estado (respetado por el Gobierno hasta su última letra).

Me da vergüenza ajena... pero también me da esperanza, porque que no son todos y  esta ley cuenta con el apoyo de los Partidos Nacional e Independiente, además del Frente Amplio.

el hombre sintió vergüenza,
el perro se tapó el hocico con sus patas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario