Una
conocida activista por los derechos de los afrodescendientes sufrió
una aberrante agresión que se denunció e informó como un ataque
racista. Ese punto -que algunos cuestionan y dirimirá la Justicia-
es un dato más y, a mi modo de ver, no sería el más relevante (sin
que ello signifique minimizar el hecho sino todo lo contrario). Lo
más triste fue apreciar en las imágenes de las cámaras de
seguridad que se difundieron recientemente, la indiferencia
demostrada por el resto de los inmóviles asistentes a un hecho
agresivo por demás que terminó con graves lesiones sufridas por una
persona (no me importa su color de piel ni su condición social o
sexual, una persona!). Vamos mal como sociedad... muy mal.
De
las imágenes se podrán sacar muchas conjeturas y la Justicia cuenta
con un elemento de prueba más que sirva para reconstruir lo que en
principio fuera denunciado como un ataque racista pero que a lo visto
es mucho peor que eso. Se vieron hechos lamentables que dejaron en
claro la grave crisis de valores de nuestra sociedad que asiste
indiferente ante agresiones de este tipo y miran para otro lado o
simplemente disfrutan del espectáculo (se pudo ver claramente un
hombre sonriendo ante los hechos y comentando con otro "espectador").
La
Justicia dirá si fue Tania la que inició o no los incidentes, pero
nadie puede justificar -aún en esa circunstancia- lo que derivó
después con la brutal agresión que le propinaron, al punto de poner
en riesgo su vida. Circunstancia agravada, además, por la
incomparecencia de las responsables de la golpiza ante la Justicia lo
que las convirtió en prófugas de la misma. Ese dato, que imprime de
una presunción de culpabilidad a los incomparecentes, también
indigna y hace al punto de la pérdida de valores. En otros tiempos,
los uruguayos nos hacíamos responsables de los hechos propios, lo
cual enaltecía nuestro prestigio aún cuando se tratara de asumir un
error. El reconocimiento posterior, si bien no exime, atenúa y
enaltece muchas veces la actitud de quien reconoce.
Hace
pocos días tras un clásico entre Peñarol y Nacional, el portero
tricolor Bava propinó un golpe de puño a un efectivo policial a la
vista de todos pues quedó filmado. Fue responsabilizado por el hecho
(procesado sin prisión), y la cosa pudo terminar allí pero no
obstante ello, y aunque no aportara nada para la causa, emitió públicamente un
comunicado de disculpa ante lo que reconoció fue un
exceso. No solo por el hecho en sí, sino por lo que representan
figuras deportivas como él que son referentes o espejos para las
nuevas generaciones. Una actitud que -reiteramos- no mengua su
responsabilidad penal, pero sí rescata esa cuota de civilidad
perdida ante el exceso.
Lamentablemente
asistimos hoy a una época de pérdida constante de valores que se
reflejan en el comportamiento diario. La indiferencia nos está
matando, el individualismo nos está matando, el egoísmo nos está
matando.
Tenemos
que reaccionar como sociedad, como colectivo organizado, no ya para
hacer una marcha de repudio solamente, sino para reconstruir cada día
esa porción de humanismo perdido por quien sabe que cosa que nos fue
nublando hasta llegar a este estado de situación.
No
es cuestión de hacer caudal por las desgracias que pasan. No es
cuestión de achacar culpas lisa y llanamente. Porque así como es
imposible que el Estado garantice todo sin más, es tiempo de
reclamar acciones colectivas que se complementen con el esfuerzo
estatal. No podemos pedirle todo al Estado, cada quien tiene que
aportar su cuota, y no estamos hablando de contribuciones monetarias
sino de acciones, comportamientos, que antes eran comunes y que hoy
han desaparecido o si se dan, son tan aisladas que no tienen efectos
visibles.
Cada
uno de nosotros tenemos algo por hacer. Aún más quienes tienen
alguna responsabilidad pública, esos son espejos en los que la
sociedad se mira permanentemente y a ellos hay que apelar para dar
vuelta esta situación. Vivimos mucho tiempo creidos y estimulados en
que cada uno haga la suya (hasta llegó a ser slogan de una campaña
política), cuando desde siempre nos jactamos de ser un pueblo
solidario y generoso para con sus iguales.
Tampoco
es bueno hacer del miedo el principal elemento a destacar, porque
lejos de aportar destruye y mina la confianza que se necesita para
enfrentar los problemas con soluciones. Encerrarnos no es ninguna
solución, tampoco reclamar sin más como si todo pudiera ser
comprado o reclamado a las autoridades. Cada uno debiera hacer su
juego y fundamentalmente todos pensar en y por el prójimo como si
fuera uno mismo.
Las
imágenes de la agresión a Tania son elocuentes. Más que el
racismo, nos ganó la indiferencia y el no te metás. Triste es ver
que algo así termine siendo un espectáculo para muchos que minutos
antes compartieron una fiesta.
Así
no es... Así estamos perdidos.
el
perro ladraba y ladraba,
el
hombre estaba ausente... hasta que lo mordió
Totalmente de acuerdo, la violencia del ataque fue mas allá de su color de piel, y la indiferencia con que las personas miraban y lo peor de todo disfrutaban de lo que estaba pasando es lamentable.
ResponderEliminarNo se puede creer que un grupo de personas estén sonriendo... y que no hicieran nada, creo, en mi opinión personal que son tan culpables como las mujeres que golpearon a Tania.
Beatriz
Esto se supo porque la persona era conocida, la agresion no fue por racismo ni nada, es la sociedad actual que ya ni valores hay. En la gran mayoria de los boliches pasa eso y mas TODOS los dias y son golpeados y golpeadas personas de todo sexo y color, que al no tener la suerte de ser conocida terminan muy mal. ESA es la diferencia en este pais, si tenes podes y si no tenes TE JODES.
ResponderEliminarTan "acostumbrados" estamos (eso parece...) a la brutalidad de muchos contra uno, que mi hijo adolescente, quien por ser moreno sufrió muchísimo la discriminación racial, al ver las imágenes, comentó: Esto no tiene nada que ver con racismo, es lo que vi cada sábado de noche durante los dos años en los que fui a bailar a Atlántida. Hay gente que va a "hacer puerta" solo para ver las peleas (que incluyen botellazos, piedas, cascotes, escupidas, y por ahí). La violencia de unos contra otros es parte del mundo del espectáculo, y el único interés que despiertan estos episodios es tomar el mejor ángulo para subirlos a facebook o youtube. Lamentable. Mariana Simone
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