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jueves, 21 de junio de 2012

Maracannabiazo!


El Gobierno presentó finalmente las tan esperadas medidas para hacer frente a la inseguridad y el tema que se llevó todas las miradas fue la legalización regulada y controlada de la marihuana. Un tema que se convirtió en el gol de un partido que los uruguayos venimos disputando hace mucho tiempo. Aunque ese partido tuvo otros goles que no tuvieron tanta repercusión pero que también son parte del paquete.

La ansiedad fue la tónica de los medios de prensa durante todo el tiempo que llevó la difusión, finalmente, de este paquete de medidas trabajado desde el gabinete de seguridad con profundo hermetismo por parte de todos los participantes. A pesar, incluso, de las filtraciones que fueron permeando aquel comportamiento estanco que tuvo desde el principio el trabajo de este grupo de gobierno, que fue encabezado en su momento por el propio Presidente de la República.

15 medidas que tienen por cometido el tratamiento integral de la seguridad en un concepto que se viene aplicando desde el comienzo mismo de esta administración y que ha detonado ahora merced un incremento desmedido de la violencia social. De ahí que estuvieran presentes también los Ministros de Defensa y Desarrollo Social además del Ministro del Interior, acompañados por Presidencia de la República en la figura de su Secretario, Dr. Alberto Breccia. Y eso es así porque la seguridad atraviesa todos los estamentos de un país y no es materia exclusiva de un solo ministerio. Así por lo menos lo entiende un Gobierno que pretende cambios que perduren y recompongan esa desestructuración social de la que hoy padecemos sus más nefastas consecuencias mal que pese a quienes niegan ser co-responsables del problema.

Uruguay adquirió -con la sola propuesta de la medida de legalización regulada y controlada de la marihuana- dimensión planetaria y, al igual que lo fue aquel gol de Ghiggia en 1950, hoy este tema pone a nuestro país en la avanzada mundial. Y lo hace cuando en otros países emblemáticos en el tema, se dan retrocesos o cambios en su política de liberalización tal cual lo venían aplicando (caso Holanda, por ejemplo).

Pero es precisamente en este aspecto donde se hace punta, sin repetir lo que en otras partes del mundo están reviendo, pues se habla de una legalización regulada y controlada donde la producción esté en manos del Estado, lo cual hace al sistema diferente a lo que se conoce en el resto del mundo hoy.

Sin ahondar mucho -porque tampoco conocemos el proyecto de ley que tratará el tema en el Parlamento- cabe responder a la primera crítica que se oyó decir al respecto en lo que refiere precisamente a lo que está ocurriendo hoy en países donde está liberado el consumo y venta del cannabis. Hay que decirlo, pues en esos lugares -Holanda para ser precisos- las razones son variadas y responden a datos de una realidad que no es la que se plantea aplicar en Uruguay. Por ejemplo, uno de los argumentos para la revisión holandesa se basa en la manipulación genética que se ha hecho del cannabis lo que ha aumentado en un 15% aproximadamente el tetrahidrocannabiol (thc), lo que la convierte en una droga más dura, contraviniendo la razón de su liberalización original. Riesgo que no se correría en nuestro país donde el control de la producción sería estatal y no privada. Si algo se ha descartado desde el Gobierno es la idea de propiciar el autocultivo, lo cual haría de esa actividad un riesgo en lugar de un beneficio, precisamente por la falta de control que implica.

Lo cierto es que así como en su momento el alcohol, fue objeto de restricciones en el mundo al punto de llegar a su prohibición, también es cierto que la medida lejos de ser una solución fue un problema y aquella llegó cuando el Estado reguló el consumo e hizo del tema una actividad controlada, que resultó mucho más eficaz.

Pero si el tema del cannabis fue una frutilla de ese postre, no fue la única; otro de los temas de alto impacto (seguramente no con el mismo alcance internacional), fue el referido a los contenidos en los medios de difusión. Este punto, que generó una defensa corporativa no solo de los responsables de los medios sino de los trabajadores o periodistas, olvida reconocer que es pacíficamente admitido el respeto (¿?) a un horario de protección al menor del que se controla poco y nada, y del que gozan de exclusión los noticieros, programas periodísticos o deportivos que se emiten en ese horario. Un “dribling” al espíritu de una normativa vigente que deja -inexplicablemente- afuera de la restricción de contenidos, a programas que ocurren dentro de la franja horaria en cuestión.

A escasas horas de los anuncios, se tejen muchas conjeturas sin que ninguna de ellas cuente con el aval oficial por cuanto los proyectos de ley que serán presentados al Parlamento para su discusión serán remitidos en el correr de las próximas semanas. La misma ansiedad previa al conocimiento de las medidas se dispara para conocer el detalle de lo que aún no se presenta y que viene siendo ajustado por un Gabinete de Seguridad que está trabajando fuerte y seriamente para llegar al mejor resultado posible en la materia.

Restan otras medidas que no tuvieron el mismo impacto periodístico pero de las que la ciudadanía debe conocer su existencia por cuanto hacen al conjunto que fue diseñado para reconstruir la seguridad pública tan devaluada últimamente. Entre ellas la que refiere a la creación de plazas de convivencia como espacios donde cultivar las relaciones interpersonales, como forma de devolver a la sociedad ese vínculo perdido. O la figura de los Jóvenes Mediadores, que combina la participación y la organización estudiantil en la mediación de los confictos que se produzcan en los barrios o en los centros educativos. Herramientas que permitan actuar tanto en la resolución como en la prevención de la ocurrencia de eventos problemáticos.

En suma, que el paquete vino muy bien atado como para que los resultados no puedan evadirse y se logren los objetivos planteados.

Rápidamente surgieron críticas de una oposición política que quedó en incómoda posición ante la audacia de un Gabinete de Seguridad que supo pasar al ataque y tomó la iniciativa en tema tan caro a la realidad uruguaya.

La prensa internacional se hizo eco rápidamente y el Uruguay otra vez fue noticia de avanzada. Ahora viene el tiempo de concretar los anuncios pero será cuando los proyectos se vuelquen para su tratamiento y discusión parlamentaria, no antes.

Mientras tanto, por el mundo giran los cables noticiosos que ubican a este rincón del mundo como un país con coraje suficiente para dar batalla en un tema harto discutido. Así como hubo un tiempo en el que Uruguay fue ejemplo de avanzada institucional (ley de 8 horas; derechos civiles de la mujer, por citar algún ejemplo), hoy pone en discusión el tema de la legalización de la marihuana como instrumento hábil para combatir el uso abusivo de otras drogas de  alto impacto social.

Particularmente, y a modo de cierre, cabe compartir un caso que vivimos personalmente en un barrio de Montevideo donde una joven instó a que se legalizara la marihuana como forma de evitar que sus compañeros -consumidores de cannabis- cayeran en la tentación de la pasta base ante la escasez del producto en el mercado. Mercado que hay que considerar al momento de emitir un juicio al respecto pues no basta con combatir el tráfico y el suministro si no se considera a los consumidores que hacen parte del circuito.

Esta iniciativa hace foco precisamente en ese sector desatendido que hace del cannabis la cuarta droga más consumida en el país, según consignó el Ministro de Defensa (la primera es el alcohol, la segunda el tabaco y la tercera los medicamentos).

El planteo está hecho y tuvo tal repercusión que lo hace digno de la comparación con la gesta del cincuenta.

Maracannabiazo, por donde se lo fume...



el hombre se armó una chala,
el perro olfateaba algo más que tabaco...

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