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martes, 9 de septiembre de 2025

El legado de Luis

Fuente imagen: Fundacion BROU - Junior
En plena discusión presupuestal las discusiones se concentran en los recortes que sufren los diferentes incisos y organismos ante la escasez de recursos suficientes para satisfacer las demandas. A pesar del esfuerzo de un equipo económico que sacó a relucir el ingenio y la imaginación para cubrir el déficit fiscal encubierto que dejó la pasada administración de Lacalle Pou, no cesan los reclamos ante las necesidades que -justicia es reconocerlo- tienen un lustro de atraso en muchos casos. Si la frazada presupuestal siempre termina siendo corta, esta vez a su cortedad le suma varios tijeretazos intencionadamente ocultos para disfrazar una realidad financiera de los “mejores cinco años” que habían prometido.

Cangrejos y algo más

Por más que sigan vociferando que el déficit fiscal que finalmente conocimos y heredamos los uruguayos de la administración multicolor terminó siendo similar al que dejó la última administración frenteamplista, la realidad económica del país dista mucho de aquella. También la lealtad republicana fue diametralmente diferente en tanto nunca se ocultó cifra alguna y se dejaron las arcas públicas con recursos que esta vez faltaron de forma significativa.

Es cierto que sobrevino una pandemia a escasos 13 días de asumir gobierno, pero esta se sorteó y no fue como el resto del orbe que contrajo deuda para soportarla sino que fuimos todos los uruguayos los que sostuvimos el flagelo con nuestros aportes. Bueno, justicia es decir que no todos, algunos privilegiados tuvieron sostenidas y nutridas ganancias, los elegidos “malla oro” del expresidente. Sorteada aquella pandemia el país creció pero no distribuyó ese crecimiento entre todos sino entre algunos, y aquella “panza” de las gráficas económicas del período las pagamos los trabajadores, jubilados y pensionistas sin derecho a pataleo. Nada de lo perdido fue devuelto y recién llegamos al mismo nivel salarial de 2019 al final del período, pero lo perdido no se recuperó.

Asimismo, a la lealtad republicana de informar la realidad al gobierno entrante debe decirse que la fundamentación del incremento del déficit frenteamplista tenía una pata social anclada que permitió sostener -en tiempos de bajo crecimiento económico- los niveles de ingreso de la población. Algo que no puede decirse de la administración de Lacalle Pou, que no solo no fue transparente en la información aportada durante la transición sino que no se puede explicar de la misma manera pues lejos de sostener ingresos o solventar necesidades sociales, generó mayores índices de pobreza que se vieron cruelmente reflejados en la población más vulnerable (infancia y adultos mayores).

Lastimosamente nos fuimos enterando de las cuentas públicas una vez que se asumió el gobierno ya que no se tuvo la honestidad republicana que se esperaba y hasta el último momento se actuó con una soberbia y un egoísmo inexplicables. Aspectos que terminaron cerrando un esquema perverso de pérdidas de dineros públicos y afectación de recursos que hicieron aún más corta la “frazada” presupuestal del gobierno entrante.

Caprichos que salieron caros

A días de asumir el nuevo gobierno, cual berrinche de niño mal criado (y mal perdedor), el mandatario saliente firmó el contrato por el proyecto Neptuno, a pesar de los estudios económicos, financieros y medioambientales negativos, y la solicitud expresa del presidente electo de que no lo hiciera. A horas de dejar el poder, seguía comprometiendo -por cifras multimillonarias- el futuro de todos los uruguayos. 

Idéntica actitud tuvo al comprometer al país por 12 períodos de gobierno en otro acuerdo que puso en jaque a nuestra soberanía comercial, entregando el principal negocio del puerto de Montevideo a una empresa transnacional belga (Katoen Natie) violando la ley de puertos y los más elementales principios democráticos. Porque un gobierno puede comprometerse durante su mandato pero cuando el compromiso lo supera ampliamente debería llamar a un gran acuerdo nacional que lo legitime. Pero claro, eso hacen los que en verdad piensan en el futuro de la gente y no en la ambición personal o de su clase, exclusivamente.

El último capricho, que nos enteramos recientemente, tiene que ver con un embargo que sufrió el país en sus cuentas públicas a raíz del litigio por el cierre de PLUNA. En el año 2024 el país recibió un fallo adverso – que el gobierno de Lacalle Pou no recurrió- por un total de 50 millones de dólares. Sin entrar en la actitud diametralmente distinta que tuvieron los gobiernos frenteamplistas que defendieron los intereses nacionales en los estrados internacionales con históricas sentencias favorables (Phillips Morris, por ej.), la desidia manifiesta con que atendieron este caso generó pérdidas que se suman a la falta de transparencia que tuvieron durante la transición.

El país debió levantar esos embargos y abonar mucho más que la deuda originalmente condenada, a raíz de los intereses acumulados desde entonces (a razón de unos 500 mil dólares mensuales), que elevaron la cifra a unos 64 millones de dólares. Situación que puso en riesgo la credibilidad financiera del país con consecuencias sobre el grado inversor y la capacidad de asumir créditos con esa calificación de privilegio.

Nos dejaron un país con mayores índices de pobreza, comprometieron los recursos públicos por cifras multimillonarias y mucho más allá de su mandato, incrementaron la deuda pública en varios puntos del PBI (tan solo en el último año 2024, creció 4 puntos y la deuda bruta alcanzó el 60,8% del PBI), y encima ocultaron los números hasta el último día dejando las arcas públicas vacías.

Tamaños actos de irresponsabilidad no debieran quedar solo en el relato, y es necesario que el país encuentre mecanismos que nos blinden de acciones como estas que nos exponen a riesgos financieros que terminamos pagando todos. 

Cuando te digan que el presupuesto se quedó muy corto, tengamos en cuenta que hubo quienes hicieron todo lo que pudieron y hasta el último día, para dejar la caja vacía y a la frazada presupuestal lo más corta posible.


el hombre iba levantando piedras,
el perro -desde la orilla- pedía un hueso...

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