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Artífice de lo imposible
La seguridad al tope de las preocupaciones de los uruguayos hacen que la gestión del Ministerio del Interior- protagonizada mayormente por la Policía- estén en el ojo de la tormenta y en la agenda un día sí y otro también. Lo que pocos conocen es que la ingeniería de llevar adelante el presupuesto asignado para gestionarlo es una de las tareas más engorrosas y de mayor responsabilidad que pueda existir en la Administración Pública.
No basta con obtener la aprobación presupuestal, más bien allí es donde comienza realmente el duro trabajo de estos super-gerentes con la tarea de ejecutar en su totalidad, lo aprobado para que cristalicen las políticas dispuestas para el quinquenio.
Así fue que este puesto, que pasa inadvertido la mayoría de las veces, tiene un rol de suma importancia a la hora de evaluar los resultados de quienes fungen al frente de la Secretaría de Estado, ya que si defecciona su gestión se frustran las políticas que pueda pretender aplicar cualquier Ministro.
Es por ello que debe existir una perfecta sintonía entre sus protagonistas al tiempo de un grado de confianza y profesionalismo que completen las virtudes que reúna el candidato.
Precisamente son estas cualidades las que se destacan por estas horas en que los uruguayos conocen un poco más de la existencia del puesto de Director General de Secretaría de un Ministerio como el del Interior. Claro que no se lo conoce precisamente por una virtud sino todo lo contrario, pero es bueno repasar lo que verdaderamente representa esa figura y nada más justo que hacerlo a través de su obra. Empecemos…
Artífice de una de las mayores transformaciones que tuvo la cartera en décadas, impulsó el desarrollo administrativo de la Secretaría de manera de racionalizar la gestión y enfocar a la Policía en su misión operativa, centralizando lo administrativo de manera de mejorar los controles y redistribuir esfuerzos de manera efectiva.
La disminución de los servicios extraordinarios -222- fue una de las primeras medidas a gestionar, en el entendido que la seguridad pública se veía deprimida en la operativa por la existencia de estos servicios que habían desnaturalizado la labor policial invirtiendo el orden de prioridad. Los policías, apremiados y restringidos por magros ingresos afectados por retenciones de todo tipo en su salario, priorizaban los servicios extraordinarios al haberse constituido en su único ingreso libre de afectaciones por ser cobrado en negro (sin aportes de seguridad social).
Esa fue una faraónica obra de ingeniería administrativa que marcó uno de los primeros hitos de la gestión de la Dirección General de Secretaría, mas no fue la única.
Las remuneraciones deprimidas por décadas, tuvieron en los equipos técnicos dirigidos por el Director General, la fundamental y transformadora misión de dignificar el ingreso policial llevando el salario a niveles nunca vistos en la historia de la cartera. Los llamados a ingreso a la carrera policial pasaron a ser de los de mayor receptividad en el mercado laboral uruguayo. La Policía pasó a recuperar dignidad salarial.
Las nuevas tecnologías también pasan por su oficina, y allí se gestionan todas las licitaciones y o compras directas, que hacen parte de los más de 800 millones de dólares por año que gestiona la cartera.
La videovigilancia; las tobilleras electrónicas (con todo su proceso de admisión y posterior consolidación operativa); la nueva flota vehicular; el nuevo armamento; los uniformes; seguro de vida para todos los Policías; la transformación del Sistema Penitenciario con la creación del INR; nuevas plazas penitenciarias (más de 7000 entre nuevas y refaccionadas); nuevas comunicaciones encriptadas (Sistemas TETRA); una Policía Aérea (drones, aviones y helicópteros); la primera obra por contrato de concesión público-privada (Unidad 1 Punta de Rieles); unificación de los sistemas de administración y control (Sistema de Gestión Humana - SGH; Sistema de Gestión Penitenciaria- SGP; Sistema de Gestión de la Seguridad Pública - SGSP, auditado internacionalmente y obteniendo la máxima calificación "A").
El cierre del CAYMA, fue otro de los hitos importantes en una institución minada por la corrupción y donde se detectaron desvíos de fondos importantes simulados en reparaciones de coches nuevos por el orden de lo que costaban 2 patrulleros (reparaciones de U$S 20 mil); coches particulares que se hacían pasar por la flota policial para ser reparados a costo del Ministerio, entre otras muchas irregularidades. La eliminación de los vales de nafta, otra de las vías de escape de muchos recursos que escaseaban en la Policía (motos que consumían igual que un patrullero, por ejemplo), llevaron a la instalación del SISCONVE (Sistema de Control Vehicular) en todas las unidades policiales con el adicional de contar con la georreferenciación que permitía saber la ubicación en tiempo real del despliegue policial (doble georreferenciación ya que también la comunicación TETRA tiene esa funcionalidad además del encriptado).
La centralización del pago de sueldos desde la Secretaría fue otra de las importantes transformaciones que direccionaron la operativa policial para concentrarla en sus objetivos específicos de prevención, disuasión y represión del delito, al tiempo de eliminar otro de los focos de corrupción y desvío de recursos económicos que se hacían con manipulación del "Rubro 0" y no llenado de vacantes. Fue precisamente la existencia de un cúmulo de desprolijidades lo que llevó a la concentración de esa gestión en la Secretaría General, "desprolijidades" como que las 33 Unidades Ejecutoras liquidaran sueldos y que sugestivamente contaran con un "Rubro 0" que siempre se ejecutaba casi por completo, en tanto no se correspondía con la existencia de vacantes sin cubrir que hacían imposible la cuasi total ejecución de aquel rubro. Con la liquidación de sueldos de las 33 unidades ejecutoras desde la Secretaría General del Ministerio, se puso fin a una práctica ilegal de desvío de fondos destinados a sueldos. Todas estas situaciones detectadas a partir de otra de las medidas dispuestas por aquella Dirección General, con la creación de una Auditoría Interna que permitió detectar un cúmulo de irregularidades que recompusieron a una administración permeada por la improvisación y la corrupción.
A pesar del olvido de muchas más transformaciones que hicieron parte de su gestión, debe también mencionarse que lideró junto con la Fiscalía General de la Nación, la aprobación del nuevo Código del Proceso Penal, salvando a la justicia uruguaya de una omisión constitucional de varias décadas.
Todo eso y mucho más que queda sin decirse hace parte de la obra de un Director General de Secretaría que hizo realidad la mayor transformación de la cartera encargada de la seguridad. Una seguridad que se mide por datos estadísticos pero que se califica según el color partidario de quien la analice.
Hoy se elogia la actitud de un renunciante Director General de Secretaría que estuvo muy poco tiempo en el cargo pero que supo acumular empatías varias y -según comentan- es poseedor de un don de gente del que no tenemos ninguna duda. Eso sí, se lo elogia por renunciar después que fuera denunciada una acción que han criticado en extremo a quien hizo posible todo lo que se reseñó (y mucho más) en párrafos anteriores. Una acción, además, que no es ilegal sino que hace parte de una forma de entender que lo que es bueno para los subalternos es igual de bueno para las autoridades. Nada de servicios de primera o exclusivos, sino para todos y por igual.
La hipocresía tiene niveles impensados de ejecución pero seguro que esta se lleva el palmarés por lejos. Es que se necesita una alta dosis para falsear una realidad que tiene a un único protagonista responsable de esa tremenda gestión.
Y miren si será grande su obra que ni hace falta que se lo mencione porque quien conoce su Carrera no precisa que le Charles…
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