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domingo, 17 de octubre de 2021

El camino "era" la recompensa

Los penales esperan...
Uruguay - Ghana (Sudáfrica 2010)
La frase la conocimos al regreso del Mundial de Sudáfrica, cuando aquel Maestro devenido en Director Técnico dejó plasmada la misma ante una multitud que celebraba un recorrido virtuoso que nos puso cuartos en el mundo. Claro, eran otros tiempos, momentos en que consolidábamos una forma de encontrar puntos en común donde los uruguayos nos sentíamos iguales y disfrutábamos -juntos- los éxitos del principal deporte nacional. Esos tiempos ya son historia y mucha agua corrió debajo de los puentes; jamás imaginamos que las diferencias en otros ámbitos llegaran a desbordar en lo deportivo, pero pasó. Me pongo a recordar para atrás en qué momento -durante los gobiernos del Frente Amplio- sus votantes hicieron alarde de su posición fomentando una brecha que hoy es notoria y atraviesa todos los temas sin excepciones. Lamentablemente, asistimos a un tiempo donde las diferencias se incrementan al influjo de una grieta que lejos de achicarse, aumenta y se fomenta sin miramientos. Aquel mensaje de superación permanente que nos regaló aquel día el Maestro Tabárez, es historia y, si el camino es la recompensa hubo quienes priorizaron esta última sin importar que el botín fuera la cabeza de quien los hizo reconocidos deportistas y, (lo más importante), mejores personas. Bueno, hasta ahora…

Operación ¿celeste?

Nos habíamos acostumbrado a ser protagonistas, nos acostumbramos a ver a la celeste en el top ten mundial, y, también, nos acostumbramos a que los jugadores tuvieran ganas de venir a vestir la celeste. Sí, porque quizás algunos no se acuerden y otros no lo sepan, pero hubo un tiempo en que no querían venir. Eran tiempos de eliminaciones permanentes, y donde la palabra "repatriados" pasó a ser sinónimo de quienes rehusaban jugar por Uruguay.

Todavía me acuerdo -por chispazos de imágenes- el mundial de 1970, contaba apenas con 6 años y la celeste de entonces se volvía gris en los viejos televisores blanco y negro a bujías. Recuerdo aquel partido contra Brasil donde Edson Arantes do Nascimento dibujó la magistral jugada que de haber sido gol hubiera sido el tanto de la historia del fútbol mundial. En nuestro arco, un joven Mazurkiewicz era desairado por la maravilla negra que, simulando recibir el balón, lo deja pasar para engañar a "Mazurca" y tomarlo por el otro lado para rematar ancho y no marcar por pocos centímetros lo que hubiera sido un gol histórico.

Aquel partido nos privó de llegar a otra final mundial y terminamos cuartos, tras perder con Alemania por el tercer puesto. De ahí en adelante soportamos duras eliminaciones y -en el medio- una desorganización institucional que tuvo su clímax en la negativa de las estrellas del exterior que rechazaban venir a jugar por la celeste. 

Fuimos eliminados en el '78 y el mundial del otro lado del Río de la Plata nos vio balconearlo sin remedio. Luego vinieron otras eliminaciones (España 1982, EEUU 1994, Francia 1998, Corea del Sur y Japón 2002), hasta que llegó el año 2006 en que comenzó un largo y virtuoso proceso que nos pondría nuevamente en el concierto mundial de forma competitiva. 

Pero, mientras tanto, hubo un tiempo demasiado largo en que nos volvimos hinchas a préstamo ante lo que era un fracaso tras otro de los nuestros. Hasta que vino un Maestro a enseñarnos otra forma de ver el fútbol y nos devolvió la alegría de gritar un gol celeste. Y volvimos a estar en los mundiales, y volvimos a estar en todas las categorías, y volvimos a sentir que la celeste nos unía como nada podía hacerlo. Y era algo bueno, excelentemente bueno… 

El beso de Judas

Los procesos -y más los largos como este- tienen ciclos, altibajos, que de prolongarse en el tiempo ponen en riesgo al proceso mismo. El proceso Tabárez atravesó varios temporales antes, pero siempre contó con un amplísimo respaldo que lo mantuvieron al firme. En este momento, tras una triple fecha que nos dejó el sabor amargo de dos goleadas ante los mejores del continente, aparecieron los nubarrones que se hicieron tormenta fuerte tras la goleada en Brasil. Lo más triste es lo que se dejó ver en las horas siguientes a ese partido, donde algunos referentes de antes -según se filtró por redes sociales- lideraron una movida que contó con periodistas aliados que atrás de la primicia arriesgaron su credibilidad al punto de quedar totalmente desacreditados a la luz de los resultados.

De la inminente cesación del cuerpo técnico celeste que adelantaron en sus cuentas personales, a la confirmación de la continuidad del mismo hay un quiebre claro en el sentir de la colectividad celeste. Aquella comunión inexplicable y única de un solo sentimiento de color cielo dejó paso a un quiebre, teñido de mucho interés político partidario que mancharon no solo un proceso lleno de virtudes sino un elemento de comunión oriental que quedó muy malherido.

Las diferencias ideológicas se mezclaron en la continuidad de un técnico del seleccionado mayor al que nunca se le había cuestionado tanto su identidad política como hasta ahora; como si esa hubiera sido la condición por la que llegó al cargo. La operación mediática que se desató de forma descarada en algunos medios y que contó con la complicidad de operadores notoriamente identificados con el gobierno, mostraron la peor cara de una moneda que hasta ayer tenía una misma imagen a ambos lados. Ya no será lo mismo, aunque se logren resultados y volvamos a estar en un mundial, aquel ambiente que logró conformar el Maestro fue contaminado y nada será lo mismo de aquí en más.

Una selección que, a falta de 4 fechas, está en zona de clasificación, compartiendo puntos con el cuarto y 3 puntos por encima del que le sigue, tiene más chances de clasificar que de quedar afuera. Sin embargo, las autoridades -vaya a saber inducidos por quién- se atrevieron a cuestionar la continuidad del proceso con el increíble adicional de haber incluido el ingrediente de la inestabilidad a un colectivo que si algo necesita es confianza para llegar al objetivo.

Si lo que se quería era un llamado de atención, eligieron mal el método y lo que es aún peor, se pusieron como co-responsables del resultado final de esta historia. Porque hasta ahora el proceso tenía un único responsable -más allá de la cuota que le corresponda al Ejecutivo de la AUF- en la figura de Oscar W. Tabárez. Pero ahora, con esta increíble operación mediática que acompañó la actuación de la dirigencia, se pusieron a la par. Cuestionar la continuidad en este momento no era lo más aconsejable y menos de la forma que lo hicieron donde todo pareció una burda maniobra de poder político por hacerse del botín preciado de la Selección.

Un aplauso fuerte para aquellos que se la jugaron por el Maestro y no se sumaron a la claque resultadista que iban por su cabeza. Entre ellos el DT de Peñarol, Mauricio Larriera.

No sé si este ciclo terminará como todos queríamos, solo sé que a muchos nos quitaron la ilusión de ser hinchas "de la más linda, de la más hermosa" al decir de un cuestionado ex relator oficial de Tenfield. La continuidad del cuerpo técnico es un hecho, al menos hasta Noviembre, pero en el ambiente quedó un hedor fétido que no nos gusta. Y menos si, como se filtró en las redes sociales, el beso de Judas estuvo presente buscando despedir al Maestro.

El camino "era" la recompensa…


el hombre defendía al Maestro,
el perro mordisqueaba una pelota… 


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