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lunes, 23 de septiembre de 2024

Crónica de una estampida anunciada…


El 30º Encuentro con el Patriarca pudo tener consecuencias aún más trágicas que las sufridas por los equinos fallecidos (7) y las personas lesionadas en sendos accidentes ocurridos en la Ruta Nacional Nº 3 el pasado fin de semana. Una instancia que se caracterizó por una absoluta imprevisión que llamó poderosamente la atención a quienes tuvimos la ocasión de transitar por dicha ruta en esos días.

Decenas de improvisados campamentos al costado de la ruta, fueron indicador de una actividad que se realiza cada año en esta fecha para homenajear al prócer Gral. José Artigas en una peregrinación a caballo hasta la meseta que lleva su nombre. Lo que sigue es una crónica de lo que vivimos en la previa y lo que, pudiendo prevenirse, terminó en graves accidentes que pudieron salir mucho más caros… 

La patria se hizo a caballo… dicen

La campaña electoral nos lleva a recorrer todo el país sin dejar ningún rincón por visitar, en esta ocasión el litoral era el punto de encuentro para desarrollar actividades militantes en los departamentos de Salto y Paysandú, en ese orden.

En las primeras horas del jueves 19 de setiembre, con el sol asomando en el horizonte nos dirigíamos a Salto cuando a poco de pasar la capital sanducera percibimos sendos campamentos al costado de la ruta. A medida que avanzábamos se sumaban más tiendas, camionetas y camiones en las que ya se apreciaba actividad de los acampantes. Una ruta nacional muy transitada por estas fechas de vacaciones de primavera, a lo que se sumaba esta actividad preparatoria de la cabalgata tradicional hasta la Meseta de Artigas en otro Encuentro con el Patriarca que se realiza cada año.

Más de 30 mil personas, entre los que se destacan unos 8 mil jinetes, darían marco al reconocido encuentro en una zona privilegiada por la naturaleza. Ubicada a la altura del km 453 de la Ruta 3, a unos 15 km de esta, se halla en una zona elevada de barrancos sobre el río Uruguay.

Si llamativo fue encontrarnos con ese panorama de gente acampada al costado mismo de la ruta, mayor asombro nos provocaría en la noche de ese mismo jueves cuando regresando de Salto con rumbo a Paysandú, apreciamos un panorama aún más sorprendente a escasos kilómetros de la heroica. Es que a medida que nos acercábamos a la capital sanducera era una constante ver gente deambulando por la banquina, grupos de gente -algunos muy “alegres”- que eran todo un desafío para cualquier conductor debiendo tomar las previsiones sin que existiera ninguna advertencia oficial ni presencia de móvil alguno de la Policía Caminera.

Fue recién a unos 20 km aproximadamente de la capital, Paysandú, que pudimos apreciar un móvil de Caminera con balizas encendidas y paso lento, conversando con paisanos que esgrimían arreos y se mostraban nerviosos. La razón la sabríamos una vez llegado al acceso mismo a la ciudad cuando junto a algunos policías vimos a varios paisanos más que corrían tras una tropilla que cabalgaba libremente por un camino accesorio al trébol de ingreso a la ciudad. Ahí entendimos que había un grave incidente que comprometía la seguridad en ruta, pero nadie se daría por enterado pues nada se dijo de ese hecho. Incluso al ingreso mismo de la ciudad, ya por calles interiores y en plena avenida, pudimos ver a dos ejemplares equinos que transitaban libremente por las calles sin que nadie se hubiera percatado de su presencia.

Si aquella tropilla en libertad fue todo un acontecimiento inesperado para nosotros, lo que nos enteramos luego sería parte de una crónica anunciada, que bien pudo prevenirse. Sin embargo, la improvisación y/o la impericia hizo lo suyo, una consecuencia lógica de lo que pudo ser una tragedia aún peor.

Desidia, poco apego y algo más

En Paysandú tuvimos el peor incendio de la historia del país, en el que se quemaron casi 40.000 hectáreas; allí perdimos fauna, biodiversidad y recursos tan necesarios para el país por no aplicar los protocolos que se habían establecido en el periodo anterior.

En otra ocasión fue un hackeo lo sufrido por la intendencia de Paysandú, en el que se perdió información valiosa de personas e instituciones; no se tuvo la previsión de respaldar la información con todo lo que ello implica, dejando -también- la suspicacia de lo que se perdió.

Eventos que confirman que la improvisación -por decir lo menos- es un sello distintivo del gobierno departamental al que se debe agregar la responsabilidad del Poder Ejecutivo en lo que le compete (Ministerio del Interior, Policía Caminera y Jefatura de Paysandú, entre otros).

La Policía Caminera, la misma que tuvo a su director nacional con recientes declaraciones denostando la gestión frenteamplista en flagrante violación constitucional, no estuvo a la altura en materia de disuasión y prevención. Su presencia es casi nula en las rutas, y en este caso, solo vimos un móvil en la noche del jueves para el viernes. ¿Acaso a nadie se le ocurrió disponer de móviles a lo largo del trayecto ante el aumento sostenido de acampantes y caballadas que los acompañaban? No solo para asegurar esas presencias sino para advertir a los ocasionales conductores que transitaran por esa ruta nacional sobre las previsiones a considerar por la presencia de tantas personas y equinos a la vera del camino.

Es imposible soslayar que hubo una absoluta falta de previsión, y si la tragedia no fue mayor no fue por acción de las autoridades pues, advertidas de un incidente similar en la noche del jueves/viernes, pudiendo tomar medidas no las tomó. Así fue como, entre viernes y sábado, ocurrieron accidentes reconocidos por el propio Jefe de Policía sanducero – Crio. Gral. Eduard Alvez- en declaraciones a la prensa.

La caótica situación que se vivió llevó a que el equipo de la diputación frenteamplista -a cargo de la diputada Cecilia Bottino- decidiera suspender su asistencia a los actos conmemorativas del 30º Encuentro con el Patriarca, denunciando la falta de previsión ante la estampida de un centenar de caballos y la ocurrencia de accidentes con personas lesionadas y equinos muertos, en Ruta 3. 

Muchas veces se habla de lo que ocurrió y no se pone el foco en lo que se evitó, pero en esta ocasión lo ocurrido es producto de la imprevisión, impericia o poco apego en una gestión en retirada que tal parece haber tirado la toalla.

30 mil personas movilizadas en vehículos y caballos, (entre ellos unos 8 mil jinetes), daban motivo más que suficiente para establecer sendos controles y una señalización acorde al evento que se venía adelantando al costado de la ruta. Sin embargo, nada de eso vimos en los días previos, y los hechos terminaron confirmando un resultado más que anunciado.

El Patriarca se merece este y todos los homenajes posibles, pero -también- un poco de profesionalismo a la hora de gestionar la cosa pública.


el hombre apuraba el fuego,
el perro ladraba a la tropilla…


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