¡Qué sorpresa, Presidente!
Se extrañan las preguntas comprometidas, bueno… hay veces que hasta se extrañan las propias preguntas. Ya no existe esa avidez que mostraban muchos periodistas por dejar expuesta a la autoridad de turno. Nadie se atreve a contraponerse al “monarca” a riesgo de no ser llamado por su nombre de pila, o de no ser llamado… nunca más. Por eso es que cuesta aceptar algunos datos que se ofrecen como una verdad revelada sin tener otra campana, como nos “entrenaron” durante los 15 años de gobiernos frenteamplistas.
Esa forma de comunicar que se instaló hace un año, (salvo honrosas excepciones), nos lleva a asumir con descrédito cualquier información oficial que se pretende imponer sin repreguntas. Y mucho más si para ello se apela a “espontáneas” acciones que pretenden que se las acepte como si lo fueran, hiriendo la inteligencia de todos los uruguayos.
Subirse a un avión de guerra vestido de piloto, salir a caminar con su señora por 18 de Julio, almorzar en un boliche, ayudar a un accidentado, levantar un papel del suelo, o surfear en La Paloma en plena pandemia, son sólo algunas de las instantáneas que nos regaló la agencia de publicidad y que el Primer Mandatario aprendió a usar en su beneficio.
Claro que semejante conducta es como todo en la vida, si se exagera termina siendo perjudicial. Por eso es que se apreció -en este año de gobierno- cómo se fue dosificando el instrumento de manera de no sufrir rápidamente las consecuencias de su exceso. Todo ello –aunque al Guapo no le guste- influenciado inequívocamente por una pandemia que también jugó a favor del gobierno. Porque nos cambió la vida a todos, y Uruguay no fue ninguna excepción a pesar que hubo un tiempo en que se creyeron que podían eludir sus efectos. Una creencia que sobrestimó la gestión al punto de poner en riesgo el acceso a las vacunas debiendo salir rápidamente a salvar ese error manifiesto, quedando últimos en la fila y sin poder colarse.
Tanta espontaneidad no es buena; así como el dulce pica los dientes, abusar del instrumento termina devaluándolo al punto de caer en el ridículo y la sobreactuación.
Tal fue el caso de la llegada de las primeras dosis de las vacunas al país con la participación de una controladora aérea uruguaya que se prestó para la (sobre) actuación de forma burda. Una llamada libretada, que de sorpresa no tuvo nada, sirvió para su minuto de fama y para exponerse a un ridículo del que jamás se vuelve. El audio que la llevó a ser “la voz más famosa del Uruguay” al decir del Presidente, tuvo poco o nada de espontáneo; aun así podemos admitir sus palabras como la expresión de un pueblo acosado por una pandemia que recibe las vacunas cual maná salvador. El remate del video fue nefasto, al punto del ridículo, con el broche final de corte político al afirmar que la protagonista formó parte del 28% que lo votó y no de la mayoría de los uruguayos como seguramente fuera el objetivo principal que buscó la agencia.
Cuánto tiempo más se podrá seguir apelando a este recurso no lo sabemos, pero hay algo que debieran tener en cuenta y es que tienen la posibilidad de jugar con los resultados vistos. Si la idea es seguir al pie de la letra el libreto macrista, ya sabemos cómo termina la película. Es verdad que ese mismo libreto los llevó al gobierno, pero llegar no alcanza para mantenerse. Le pasó a Macri y a Trump, que vaya si contaron con recursos suficientes para cultivar su imagen, construir una carrera política y llegar al poder.
Es que los pueblos -más temprano o más tarde- terminan depurándolo todo y si bien como supo interpretar muy bien Mujica, el pueblo es el único que tiene derecho a equivocarse porque es el que pagará las consecuencias siempre; también es cierto que así como se equivoca aprende de sus equivocaciones y en algún momento recupera la memoria.
La verdad es una sola y va de la mano con la realidad que finalmente termina siendo parte de la vida misma de cada uno de nosotros. Al pasar raya, esa realidad desplaza por completo cualquier escenario montado de forma ficticia.
Como pasó siempre, será el bolsillo de los uruguayos el que terminará decidiendo si las promesas fueron cumplidas.
Ese indicador es el único, nunca falla y no precisa filmarse…
Excelente análisis. Gracias
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