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martes, 17 de noviembre de 2020

“Apatrullando la ciudá”

El video se viralizó rápidamente por las redes sociales, tomado desde un apartamento céntrico de nuestra principal avenida, la imagen era por demás elocuente… y llamativa. Si bien no es una novedad –en otros países es recurrente verlos entre el paisaje urbano- ver a dos policías de la Guardia Republicana a caballo y por la vereda entre los peatones, es una imagen que nunca antes se vio. El sentido común indica que no es aconsejable que circulen caballos por donde lo hacen peatones. Estoy seguro que no hay ninguna disposición municipal que lo habilite salvo para casos de emergencia; así como también tengo claro que no se puede circular en moto o bicicleta por un espacio exclusivo para el tránsito peatonal. Está bueno ser novedoso, pero… no tanto, ¿no?

Patrullaje superpuesto

La Avenida 18 de Julio tiene –en toda su extensión- instalada una red de video vigilancia que se constituye en un agregado de seguridad que hizo parte de la gestión anterior. Un adicional que se sumó al cúmulo de ítems acordados en un acuerdo multipartidario que se cumplió totalmente y que tuvo a la videovigilancia como un instrumento de seguridad que contó con un amplio consenso político del que careció Bonomi.

Precisamente, esa condición de espacio videovigilado le da un plus de seguridad adicional que, a priori, se podría constituir en un factor desestimulante para asignarle un patrullaje adicional como ese. Porque llama mucho la atención que se instale un modelo de patrulla montada que controle la actividad por la principal avenida, haciéndolo no ya entre la circulación vehicular sino -como agravante en este caso- por donde transitan los peatones. Los mismos que, como se aprecia en el propio video, deben esquivar a los equinos para resguardarse de algún incidente que pudieran sufrir.

La policía montada no es la más recomendada en el espacio urbano, en el cemento de la ciudad el caballo no es lo más aconsejado para una persecución por ejemplo, reservándose para los espacios suburbanos, o zonas rurales de la periferia. Se podrá decir que tienen un efecto disuasorio implícito, y podemos coincidir en ello, pero de ahí a que se destinen recursos humanos (y equinos) –siempre escasos- para patrullar una zona que cuenta con tecnologías que suplen con creces ese gasto, no parece lo más adecuado en estos tiempos de recortes presupuestales.

Seguramente la decisión de este tipo de patrullaje urbano no es una decisión propia del Ministro, por más que este la haya avalado, todo indica que el perfil del Director de la Policía Nacional –un viejo coracero de la Guardia Republicana- haya sido el mentor de esta modalidad que sigue tan campante en tiempos de pandemia.

Lo extraño, y realmente criticable, es que al hecho de esa superposición de recursos ya explicada se le agregue un riesgo adicional de circular con los “hipo” (como llaman en la jerga policial a esos cuerpos a caballo), por los espacios reservados para la gente de a pie. Lejos de generar seguridad agregan un elemento de peligrosidad que afecta la libre circulación de la gente que transita por las veredas de nuestra principal avenida.

Otros tiempos

En tiempos en que el hoy Director de la Policía – Crio. Gral. Diego Fernández – era jefe de Montevideo, supo instalar (por poco tiempo) este modelo de patrullaje por 18 de Julio, pero eran tiempos en que no había cámaras instaladas y se quería mejorar la percepción de seguridad de la gente. Claro que entonces circulaban por la acera y no por las veredas.

Entonces se argumentaba que el policía montado en esos hermosos percherones muy bien cuidados de los Coraceros, no sólo imponían respeto por su majestuosa presencia, sino que permitían una visión desde la altura del equino que ampliaba la del agente, dando una panorámica por encima de la circulación peatonal. Ese diferencial, sumado a los equipos de comunicación Tetra, los convertía más en un punto de apoyo y observación que en una respuesta directa a cualquier emergencia. Servían de apoyo y respaldo, rara vez eran primera respuesta. Y eso era (sigue siendo así), dada la condición del entorno de cemento, un elemento de inestabilidad para el animal.

En esta zona y para los eventos que se producen con mayor frecuencia (rapiñas o arrebatos), el vehículo ideal es la moto, que cuenta con la ductilidad de poder circular por espacios reducidos, a alta velocidad y hasta hacerlo a contramano, (práctica habitual de los delincuentes que escapan tras cometer un delito). Allí las unidades Puma o Águila de la Policía dieron muestras acabadas de ser efectivas siempre. 

Si esa patrulla filmada en pleno 18 de Julio a paso de hombre y por la vereda fue un hecho excepcional, sería bueno que la cartera lo aclare; si no lo fue también sería bueno que se expidiera la autoridad municipal al respecto para saber si ese tipo de circulación policial está habilitado por la Intendencia. 

Y, también, para que la gente esté informada de su presencia con anticipación, así, si los ve venir, pueda cruzar a tiempo evitándose sufrir alguna patada o pisar alguna baldosa coronada por el paso de la caballada policial… 

el hombre quería ir a las domas,
el perro también… pero en el Prado


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