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martes, 7 de julio de 2020

¿Doble discurso?

Fuente imagen: dibujandoconelalma.com

Pasaron las elecciones y a poco de iniciado el gobierno un visitante inesperado puso a prueba a las nuevas autoridades. Si bien la respuesta viene siendo satisfactoria y Uruguay destaca en el mundo –junto con Paraguay- por la contención de la pandemia, hay espacios donde a la gestión sanitaria se le suman expresiones que contradicen lo dicho en la campaña electoral. Así ocurrió con un informe para los inversores donde se destacaron las fortalezas que siempre le negaron al gobierno del Frente Amplio pero que bien les sirvió de plataforma para una exitosa colocación de deuda que superó todas las expectativas (las suyas porque los de afuera tenían bien claro el reconocimiento a la situación financiera uruguaya). Asimismo, el tan demonizado tema del déficit fiscal empieza a ser relativizado y los agoreros que abonaron la teoría diabólica de su volumen, ahora emiten juicios de valor menguando la incidencia del mismo diciendo que no es tan alto. Pero el remate de este doble y manifiesto discurso fue lo expresado por el Prosecretario de Presidencia – Rodrigo Ferrés- afirmando que el gobierno apuesta al cannabis medicinal para llevarlo al nivel de la carne. Si en lugar de recharzarlo en su momento hubieran acompañado la iniciativa seguramente el proceso estaría en un nivel mayor de desarrollo y en lugar de ser una expectativa de negocio estaríamos disfrutando de sus beneficios en trabajo y dividendos para muchos uruguayos…

¡Que no planten nada!

Si hasta me parece verlo en el estrado, vociferando en sobreactuada declamación exaltando a sus fieles y emitiendo la dura afirmación como mensaje a un gobierno que había anunciado la regulación del cannabis como primer paso para un tratamiento distinto en el combate a las drogas y –de paso- la apertura de las bondades del mercado del cáñamo para la economía nacional. El hoy Ministro del Interior –entonces precandidato presidencial- arengaba a grito pelado su afirmación por la negativa que se contradice totalmente con la idea de impulsar el cultivo del cannabis como una fuente de producción que el país puede explorar con singular proyección redituable.

Esas contradicciones le deben estar haciendo ruido y recordando lo dicho en aquel marzo de 2014 cuando en plena campaña electoral, despachaba su virulenta advertencia diciendo “que no planten nada porque la vamos a derogar”, en alusión a la ley que consagró la regulación del consumo de cannabis. Lejos de cumplirse aquel deseo, hoy la realidad le golpea fuertemente con una cachetada de su propia fuerza política que hoy nos gobierna, y la que lejos de ver un problema advierte una oportunidad de negocios de dimensión tal que lo asimilan al negocio de la carne vacuna.

Esto solo confirma que el camino corto, el que no arriesga, no siempre es el mejor ni el indicado; así como hoy existen miles de consumidores que no necesitan recurrir a una boca de drogas para hacerse de la marihuana que consumen, obteniendo un producto regulado y con un control de calidad que ofrece garantías sanitarias, también se ha consolidado un nicho de mercado que se abre con las bondades del cannabis medicinal y del cáñamo como insumo industrializable.

Por lo menos así lo ven desde Presidencia, y un informe publicado en el portal 180.com.uy, da cuenta de las bondades de un mercado que puede desarrollar el país al nivel de la carne, dando cuenta de una potencialidad tal que deberían reconocerle a Pepe Mujica y al Frente Amplio, que se jugaron para dar una señal al mundo que traía implícita esta posibilidad de desarrollo.

El Prosecretario hizo el anuncio en conferencia de prensa cuando presentaba a Daniel Radío como Secretario Nacional de Drogas, y en la que dicho anuncio quedó relegado ante la trascendencia del impulso que se pretende dotar al cannabis medicinal y sus negocios asociados. Pero lo extraño de todo esto es que utilice como ejemplo al INAC, que si bien es cierto que es un organismo promotor de las carnes uruguayas la recientemente votada Ley de Urgente Consideración le quitaba potestades de contralor que fueron expuestas por la bancada frenteamplista impidiendo que se le quitaran competencias que hoy el gobierno destaca como principales. A eso no le calificaría como doble discurso sino simplemente como un error imperdonable que fue salvado gracias a la oposición de un Frente Amplio que actuó con responsabilidad republicana.

Lo cierto es que así como me resultó extraño el cambio de actitud frente a un tema como el cannabis, tan demonizado antes y tan elogiado ahora, también podría pensarse en cuanto a la imagen internacional que vende el gobierno para afuera y la que difunde fronteras adentro. 

El informe del Ministerio de Economía y Finanzas en la previa a una emisión de deuda pública que superó todas las expectativas gubernamentales (no ya la de los responsables de haber colocado al país en el nivel internacional que ostenta), fue la muestra inequívoca de una doble calificación de país según quien sea el destinatario de la misma. Así pues, para llegar al gobierno no ahorraron esfuerzos en denostar todos los datos macroeconómicos que luego exaltarían como fortalezas para los inversores extranjeros, esos que conocen de sobra la fortaleza económica de un país que ostenta grado inversor gracias a un manejo de su economía de forma responsable y exitosa. 

Los inversores agotaron la emisión de bonos, apostando -una vez más- a invertir en deuda pública uruguaya porque reconocen a Uruguay como un país que honra sus compromisos y que tiene respaldo financiero. Un nivel de reservas histórico, una deuda pública manejable en moneda nacional y extranjera le permiten al país soportar los embates de una crisis inesperada como la del COVID-19. Inversores que basan su confianza en esas prerrogativas y no solo en el manejo de una pandemia que si bien es exitosa no mueve la aguja a la hora de invertir. Menos en un país en medio de una región donde la crisis sanitaria no está controlada. Si fuera por ello, difícilmente las inversiones llegarían porque –reconozcamos- el mercado uruguayo no es atractivo ni mucho menos dadas sus dimensiones. 

Los anuncios nos inundaron durante la campaña, el tema del déficit fiscal fue recurrente, matizados con menciones al – también denostado- ANTEL Arena, y su mega inversión que hoy devalúan de forma premeditada olvidándose de mucha gente de la cultura que podría mantener su fuente laboral de utilizarse sus instalaciones. Sin embargo, el gobierno los castiga cobrándose cuentas electorales pendientes. ¿Tanto les cuesta reconocer esa brillante obra que revitalizó un barrio y que la gente disfruta más allá de los propios espectáculos que ofrecía antes de la pandemia? Es el lujo de la miseria no utilizarlo para que los colectivos culturales del país empiecen a rodar nuevamente alejando la crisis económica que hoy padecen. 

El doble discurso está instalado y se nota; es imposible no advertir la dualidad dialéctica según quien sea el receptor del mensaje y en esa comparación, queda rematadamente en evidencia que a los uruguayos nos dijeron una cosa y para afuera afirmaron otra en un relato de doble filo…


el hombre decía una cosa,
el perro le ladraba otra…

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