5 familias recuperaron finalmente la paz que habían perdido hace unos años tras otros tantos de haber obtenido la solución habitacional en su querida Minas de Corrales. La justicia, esa señora ciega y con platillos de una balanza en cada mano, llegaría finalmente hasta un rincón al norte del Uruguay movilizado por el oro, donde todavía queda gente que pelea y defiende sus derechos.
Son muchas más familias, pero hubieron cinco que se la jugaron y eligieron bien. Pusieron toda su esperanza en un hombre que hoy cuenta con una alta responsabilidad de gobierno y cuyo nombre reservaremos pues no hace falta decirlo. Quienes le depositaron su confianza saben muy bien que no los defraudó y que lejos de buscar algún rédito, solo lo movilizó la idea de devolverles la tranquilidad que merecían y que por derecho habían adquirido.
La situación era bien simple aunque parezca un contrasentido pues a punto estuvieron de perderlo todo. Como el Sr. González, quien vendió hasta la última vaca que tenía para comprar su humilde casita de un plan iniciado para otros pero que un día le ofrecieron aceptándolo de buen grado ya que significaba la solución para él y su familia. Nadie le regalaría nada, pues hasta el último peso abonó para hacerse de la vivienda de un plan que no había iniciado pero al que el propio Estado le fue reconociendo derechos. En efecto, con cada cuota paga que amortizaban la vivienda, le expedían recibos de cobro al que agregaban el nombre del nuevo propietario a mano. En pueblo chico la formalidad escapa a los controles y la confianza campea al punto de no sospechar errores en esa práctica.
Inexplicablemente ocurrió un día que fueron notificados de una irregular situación que los afectaría al punto de dejar años y salud por el camino, no sin antes resolverse a dar dura lucha por lo que creían un derecho adquirido legítimamente.
El plan de MEVIR es una idea del Dr. Alberto Gallinal que tiene por misión la erradicación de la vivienda insalubre del asalariado rural. En el caso que nos ocupa, los iniciales integrantes del mismo cedieron sus derechos a quienes son los protagonistas de esta historia. Así adquirido el mismo, dedicaron su esfuerzo en el cumplimiento estricto de la contrapartida que el plan supone, sin que se registraran atrasos. Basados en ese compromiso asumido, vivieron años de feliz convivencia entre los vecinos que completan el programa de un pequeño barrio de la localidad de Minas de Corrales (departamento de Rivera).
Sin embargo no faltó quien desde un escritorio advirtiera una irregularidad al punto de notar que los nuevos y buenos pagadores eran otros diferentes a los originarios fundadores del barrio y por consiguiente intentaron su desalojo sin más.
Aquella teoría del acto propio esgrimida regularmente por los juristas y que presupone que no se puede desconocer la propia acción para fundar sus dichos en contra de lo actuado, chocaba irremediablemente con la intención de una burocracia que no entendía razones y desconocía –increíblemente- años de público y pacífico reconocimiento de los nuevos moradores como propietarios.
Pero allí estuvo el abogado que es protagonista de esta historia, para sembrar confianza y devolver la alegría perdida a estas cinco familias que creyeron en sus buenos oficios.
Hoy aquel abogado ostenta un alto cargo de gobierno, y suma para su palmarés varias decenas de sonrisas que le fueron regaladas este sábado de gloria. Él sabe que ni todo el oro de Minas de Corrales podría pagarle mejor honorario.
Un bonito cuadro de un pintor lugareño, una artesanía local, un buen cordero a las brasas, y hasta un exclusivo recital de un dúo local, bastaron para pagar el trabajo puesto cuando aún no tenía responsabilidades de gobierno y sin embargo dejó su mejor esfuerzo para lograr el objetivo.
Para rematar tanto homenaje y erizarnos la piel bastaron unas pocas líneas leídas por quien fuera una maestra del lugar e hija de una de las familias involucradas. Allí sí que se respiró gratitud y las emociones no cabían en aquel gimnasio.
Esos pequeños gestos como los que hizo este hombre público de hoy cuando aún no era quien es, son la prueba misma de que todavía es posible sembrar confianza para cosechar agradecimientos.
Hay 5 familias que no nos dejan mentir.
el hombre dejó escapar una lágrima,
el perro sabía que aquello significaba algo bueno
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