El Senador Bordaberry publicó su acostumbrada y dominguera columna de facebook titulada “La culpa es de los nabos del Times”, comparando los datos estadísticos recientemente divulgados por un estudio del BID sobre Uruguay con los del Reino Unido. Las verdades a medias pueden ser eso, (mitad verdad), pero también pueden ser medias falsedades.
Varias son las inexactas apreciaciones con las que nos permitimos disentir, del escritor de los domingos, empezando por la equívoca manifestación de ser la actual gestión de Bonomi, una continuación lisa y llana de administraciones frenteamplistas pasadas. Y no porque se hagan cosas diametralmente opuestas sino porque el mundo cambia y nuestro país no es ajeno a esos cambios, cabiéndole -en consecuencia- el mérito de aplicar las medidas que entienda pertinente según las circunstancias. Afirmar ligeramente que no se cambió nada es -además de injusto- una equivocada apreciación de la realidad.
Se cambió y mucho. Se dejó atrás una estructura administrativa y operativa de la Jefatura de Policía de Montevideo de más de 40 años de antiguedad; se cambió un sistema de comunicaciones; se compró equipamiento; se capacita permanentemente a los funcionarios policiales; se mejoraron ostensiblemente los salarios policiales; y podríamos seguir diciendo mucho más. Y por supuesto, se logró todo eso porque las pasadas administraciones dejaron sembrado el terreno para poder hacerlo, en eso sí que puede decirse que hay continuidad.
Otra inexacta apreciación es estimar que “de mantenerse...(la cifra de homicidios de enero)...durante todo el año estaríamos ingresando a una situación nunca vivida” (sic). ¡Chocolate por la noticia!
Tan cierto es como que nunca ocurrió -y difícilmente ocurra-, tal como lo demuestra el informe que leyó el ministro Bonomi en su comparecencia a la Comisión Permanente, elaborado por el director del Observatorio de Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior, Soc. Javier Donnángelo. El comportamiento estadístico de las cifras de homicidios fue -desde siempre- muy variable y errático, incluso de un mes a otro, por lo que es excepcional el comportamiento que se dio en este primer mes del año. Por otra parte, emitir un augurio como ese, abona a un sentimiento de inseguridad que debiera combatir quien ostenta legítimamente el cargo de Senador de la República.
Es atendible su preocupación y la referencia que hace sobre los datos ingleses. Siempre es preferible compararse con los mejores y no con los peores. Lo que no se puede compartir es hacerse el desentendido por cuanto quien emite esa opinión se olvida que oportunamente instó a que la población se armara para resistir a la delincuencia. Resistencia que tuvo episodios trágicos ocurridos recientemente y durante los cuales no escuchamos ni leimos nada al respecto por su parte (muchos de los casos que aumentaron la estadística, se dieron en el ambiente familiar con presencia de armas de fuego, que bien pudieron adquirirse siguiendo los consejos oportunamente emitidos por el líder colorado).
Tampoco leimos ni escuchamos entrevistas al respecto al autor de marras -salvo honrosas excepciones-, que requirieran opinión sobre su arenga armamentista y los tristes episodios ocurridos (uno de los cuales fuera protagonizado por simpatizantes de su mismo grupo político).
En otro orden, utilizar información fragmentada para intentar rebatir un estudio como el del BID al referirse a la ausencia de datos de Argentina, Brasil y Chile (que párrafos siguientes no es Brasil sino Perú, pero bueno, cualquiera puede cometer un error de esos), no parece correcto. Fundamentalmente porque no aclara -como sí lo hizo Donnángelo- que esos datos no se registran en virtud a que esos países no aplican los indicadores de criminalidad estandarizados por el organismo -BID-, razón por la cual sus datos no son comparables. No se los excluye por que tengan mejores guarismos que los nuestros, sino para comparar datos entre países con idénticos patrones de evaluación, como requiere todo estudio serio y confiable.
Es verdad que la situación del país no es la que era hace diez años, pero también es cierto que quienes llaman a la población a portar un arma para defenderse, deben asumir luego las consecuencias que su prédica tiene en una población que lo toma como referente y actúa en consecuencia.
Casi al final, encuentro una consistente afirmación cuando expresa que “el problema está en nosotros”. Es bueno que lo reconozca, a veces -sin quererlo- más que ser parte de la solución lo somos del problema.
Lo bueno es darse cuenta, ¿habrá entendido? Seguramente sí.
No habemos tantos "nabos" como dicen
“no sea nabo”, dijo el hombre;
y el perro sabía que era una señal
y el perro sabía que era una señal
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