Está bien ser un medio de prensa no oficialista (aunque lo haya sido en otros tiempos), nadie puede cuestionar que desde el papel se cuestionen las políticas de un gobierno. Lo que no se puede admitir es que se utilice el poder mediático para deformar la realidad y de ese modo desinformar a la población. Justo quienes se jactan de ser primeros en informar, esta vez fueron muy lejos abandonando el rigor periodístico para difundir una falsedad groseramente advertida hasta por el más desprevenido.
El titular hablaba de unos 400 presos liberados de los cuales 100, lo habían sido en el último mes a solicitud del Ministerio del Interior. El primer impulso al leer ese tremendo disparate fue intentar una rectificación del medio, pero sería inútil: el daño ya estaba hecho
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De todos modos y en honor a la verdad que merece la sociedad uruguaya, rápidamente se emitieron voces en respuesta a tamaño disparate escrito en gruesos caracteres de molde, en el periódico de mayor circulación del país. Es que no podíamos permitir que la noticia se tomara como cierta así nomás y cualquier lector pudiera asumir como ciertos los falaces enunciados de aquel título que luego no se reflejaría en el contenido de la nota. Ese estilo –recurrente en el medio de marras- solo confirma una intención diametralmente opuesta con cualquier manual de ética periodística, donde la verdad cuenta con un sitio de preferencia. Pero claro, este no es el caso.
De todos modos y en honor a la verdad que merece la sociedad uruguaya, rápidamente se emitieron voces en respuesta a tamaño disparate escrito en gruesos caracteres de molde, en el periódico de mayor circulación del país. Es que no podíamos permitir que la noticia se tomara como cierta así nomás y cualquier lector pudiera asumir como ciertos los falaces enunciados de aquel título que luego no se reflejaría en el contenido de la nota. Ese estilo –recurrente en el medio de marras- solo confirma una intención diametralmente opuesta con cualquier manual de ética periodística, donde la verdad cuenta con un sitio de preferencia. Pero claro, este no es el caso.
No solo la Jefatura de Policía de Montevideo salió al cruce –afectada por el carácter de fuente que se le asignara en la nota- sino el propio Ministro del Interior al referirse al tema aclarando que las libertades de las personas recluidas por la comisión de algún delito, son solicitadas por los abogados defensores y resueltas por el Juez que entiende en su causa. No es el Ministerio del Interior quien las otorga, este solo actúa en cuanto auxiliar de la Justicia encargado de hacer cumplir los dictámenes judiciales que recaen sobre quienes han vulnerado la ley y merecen la sanción de privación de su libertad.
El Ministerio del Interior cumpliendo con lo enunciado por la ley, proporciona a las autoridades judiciales los informes de conducta que elabora el Instituto Nacional de Criminología (INACRI), los que podrán ser un insumo que contribuya a la liberación o a su negativa, según corresponda.
Un dato sustancial no fue tomado en cuenta por el periodista, quien no se preocupó en investigar cuántos de los liberados por cumplimiento de los 2/3 de pena (que contaban con informe favorable de INACRI), reincidieron en el delito. Dato principal para emitir un juicio como el que llevó al titular de la nota atribuyendo el aumento de la violencia a las libertades otorgadas en los últimos meses. Y ese insumo es absolutamente contrario al tenor de la nota, por cuanto no llega al 6% de reincidencia (5,6% para ser precisos), quienes reincidieron luego de obtener su libertad por cumplimiento de los 2/3 de pena cumplidos. Un mentís absoluto si se considera, además, el porcentaje global de reincidencia que ronda el 70%.
Parece lógico que así sea pues quien no tuvo informes o episodios de mala conducta durante su período de reclusión, difícilmente reincida al tiempo de lograr su libertad. En general son casos de personas que han comenzado un verdadero camino de rehabilitación en reclusión y que se registra positivamente al momento de emitirse el informe de conducta.
Pero no terminó allí la operación desinformativa por cuanto se combinó ese dato –falaz- con los tristes episodios ocurridos recientemente los que poco o nada tenían que ver con las libertades otorgadas a las que se hizo referencia como causa de la ola de violencia. En efecto, se vinculó en la nota los casos de la jovencita asesinada en Rocha y de la cual ya existe un procesado (que no fue precisamente un liberado); o la reciente muerte accidental de una joven que fuera confundida con un delincuente por su padre en Carrasco, o el macabro caso de un padre asesinado por su hijo en Villa Española. Todos casos de violencia que no tienen relación directa con el tema central de la nota... pero claro, suman a la hora de desinformar o confundir a la gente en un tema tan sensible a todos.
Viene siendo hora de que todos asumamos responsabilidades, no basta con sentarnos en la vereda de enfrente para exigir sin dar nada a cambio. Cada quien desde el lugar que le toque estar, debe contribuir a mejorar este estado de situación que nos comprende a todos por igual. Si no somos capaces de entender algo tan simple, mal podremos exigir soluciones luego.
Está bien y lo aceptamos como parte del juego político, el controlar que quien ejerce el gobierno cumpla con su obligación de gobernar. Pero no podemos admitir que se deforme la realidad para generar con ello un entorno de inestabilidad en temas tan sensibles. Permitir un exceso como este es autodestructivo y más temprano que tarde terminará generando un mal mayor que debemos evitar. Nadie gana generando mayor inseguridad, y la desinformación contribuye a ese estado. Es hora que se asuma responsablemente –por lo menos en este tema al que se le dio carácter de Política de Estado en su momento ni bien iniciado este Gobierno- que no se puede jugar con la sensibilidad de una sociedad que reclama seguridad.
Y no lo merece tampoco un equipo de gente que desde la cartera del Interior viene trabajando seriamente para dar las respuestas que la sociedad reclama. Una sociedad que debe ser protagonista y participar en la solución si es que realmente está dispuesta a abandonar este estado de percepción y/o realidades que vivimos.
el hombre quemaba el diario en la parrilla,
el perro correteaba al gallito...
el perro correteaba al gallito...
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