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martes, 14 de agosto de 2018

Pepe, el último profeta...


Nadie es profeta en su tierra… esa máxima es mundialmente conocida y se le atribuye a Jesucristo mientras explicaba la ley en una sinagoga de Nazareth al ver que en lugar de escucharle muchos le despreciaban. Salvando las distancias y ante un declarado ateo que no cree en la existencia de un ser supremo creador del universo, la frase se aplica en cuanto a que mientras el mundo le exalta en el Uruguay de hoy se lo critica al extremo de no reconocerle ningún mérito.

Renunciamiento 

En una fecha de hondo significado para el Uruguay – 14 de agosto, Día de los Mártires Estudiantiles – se da la renuncia del “Presidente más pobre del mundo”, como se le conoce hoy día en el planeta. Lejos de los protocolos y prebendas de las altas magistraturas, regó por el mundo sus ideas logrando permear los círculos de la alta política internacional.

Sin embargo, en el Uruguay del pos-modernismo, se lo sigue vilipendiando por parte de un sector de la clase política que quedó en incómoda posición por este rebelde de la tercera edad al que el tiempo le reveló los secretos de la felicidad escondidos en las pequeñas cosas y en los gestos más humildes.

Nunca aplicó el protocolo y fue un dolor de cabeza para muchos de su entorno que -obligados por la experiencia acumulada- se encontraron frente a quien otras experiencias le imponían una forma diferente de mostrarse al mundo y hacerse entender por todos, sin fórmulas aprendidas ni atado a marciales formalidades.

Caminó por las calles de Montevideo como un ciudadano más aunque ostentaba la máxima investidura del país, y lo hizo fiel a su estilo, frontal y llano.

“Cansado de largo viaje” presentó renuncia al Senado de la República, para acogerse a los beneficios de la jubilación pero sin renunciar a seguir sembrando solidaridad y -junto a esta- ideas que sigan dando pelea.

Nadie es profeta en su tierra, y Pepe no sería la excepción ni mucho menos. En un país como el nuestro donde se sigue cuestionando el indiscutible proceso del maestro Tabárez, ¿cuánto más se podía esperar sobre un líder político como Pepe? Ninguno de los entonces dueños del Uruguay soñó jamás con que pudiera llegar a la Presidencia de la República, un lugar al que muchos no podrán llegar nunca, y eso les duele.

Un dolor que manifiestan sin pudor alguno vomitando los peores calificativos para quien rescató al Uruguay en el mundo haciendo que este pequeño rincón del sur dejara de ser referencia mundial por un éxito deportivo como Maracaná y pase a ser conocido como “el país del Pepe Mujica”. 

Se va para su Rincón del Cerro, para su chacra, a sembrar ideas y descansar del largo viaje pero sin renunciar nunca a soñar con un país más solidario.

Por todo esto y mucho más que no podré describir solo resta decir… 

Gracias, Pepe!!


el hombre firmó una renuncia,
el perro ladró un reconocimiento...

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